miércoles, 29 de agosto de 2018

Enrique Tierno Galván



Enrique Tierno Galván (Madrid, 8 de febrero de 1918-Madrid, 19 de enero de 1986) fue un político, sociólogo, jurista y ensayista español, alcalde de Madrid entre 1979 y 1986.

Nació en Madrid el 8 de febrero de 1918.​ Cursó el bachillerato en el Instituto Cervantes. Empezó sus estudios universitarios en la Universidad Central de Madrid, pero fueron interrumpidos por la Guerra Civil.​ Tras sus experiencias juveniles durante la Guerra Civil, en la que militó en el bando republicano, inició su carrera política como figura de la oposición al franquismo desde la Universidad. Durante los años cincuenta y setenta simbolizó el descontento primero y la rebelión después de parte de la comunidad universitaria.

Doctor en Derecho, Doctor en Filosofía y Letras, Catedrático de Derecho Político desde 1948 hasta 1953 en la Universidad de Murcia, y desde 1953 hasta 1965 en la Universidad de Salamanca, fue en esta última donde aglutinó un núcleo de profesores y estudiantes, algunos de los cuales —como Raúl Morodo, Pablo Lucas o Fernando Morán— pasaron de discípulos a colaboradores políticos. Se le conocía también como el «viejo Profesor», alusión cariñosa con la que ya se le había bautizado.

Fue el primero en traducir el Tractatus de Ludwig Wittgenstein y realizó importantes estudios sobre la novela picaresca, la novela histórica y la sociología de masas. Hombre muy culto, escribió unas interesantes Acotaciones a la historia de la cultura occidental en la Edad Moderna (1964) y tradujo la obra fundamental de Edmund Burke, las Reflexiones sobre la Revolución Francesa. En Salamanca dirigió un Boletín Informativo del Seminario de Derecho Político que utilizó como plataforma de opinión, y creó una Asociación por la Unidad Funcional de Europa, de corta vida y con un ideario político que mezclaba el humanismo y el europeísmo y se decía socialista sin pertenecer por ello al PSOE. Por sus actividades políticas, sufrió el rigor de las cárceles franquistas en 1957.

Su prestigio político e intelectual queda consolidado en los años setenta, tras su confuso ingreso y expulsión de la Agrupación Socialista Madrileña —que, teóricamente, obedecía al PSOE histórico, cuya ejecutiva estaba afincada en Toulouse (Francia)—. Se debió sobre todo, además de a su presentación como intelectual marxista no «escolástico», a su expulsión a perpetuidad (junto a otros catedráticos y profesores universitarios como José Luis López Aranguren y Agustín García Calvo) de las universidades españolas tras las protestas estudiantiles iniciadas en Madrid en 1965 contra de la dictadura franquista, protestas que él apoyó.

En 1966 se traslada a Estados Unidos donde fue profesor en la Universidad de Princeton (1966-1967), y se convirtió en el líder de la Federación Socialista en Madrid —también conocido como el «grupo de Marqués de Cubas», por su domicilio de actuación—, con el que buscaba liderar a todo el socialismo del interior. Tras una entrevista con Rodolfo Llopis en París en 1966, al regresar a España, en 1968, funda el Partido Socialista del Interior (PSI), que posteriormente, en 1974, pasó a llamarse Partido Socialista Popular (PSP). Ese mismo año, junto al Partido Comunista de España (PCE), el Partido del Trabajo de España (PTE), el Partido Carlista (PC) y numerosas personalidades independientes, formaría la Junta Democrática de España (JDE).

Durante la Transición, que le permitió volver a la Universidad española en 1976, tuvo que hacer frente a un PSOE refundado desde el interior por socialistas vascos, madrileños y sevillanos y liderado por Felipe González, quien le arrebató gran parte del liderazgo en el campo de la izquierda socialista. Los miembros de este partido le acusaban de confusionismo ideológico y oportunismo político en unos momentos en que las manifestaciones políticas de González y su grupo eran extraordinariamente radicales y antimonárquicas. La táctica del PSOE era, además, opuesta al aperturismo del PSP hacia el PCE, los monárquicos o Comisiones Obreras. Aunque Tierno reafirmó en el I Congreso del PSP en 1976 la línea marxista y revolucionaria de su formación política, no pudo competir con un PSOE apoyado, reconocido e incluso financiado por la mayoría de los partidos socialistas europeos, que seguían una línea socialdemócrata.

En las primeras elecciones democráticas de junio de 1977, obtuvo el acta de diputado por Madrid, en las listas de la coalición Unidad Socialista, formada entre el PSP y la Federación de Partidos Socialistas, y que obtuvo seis diputados. En agosto de ese año, interviene en resolver el secuestro de ocho rehenes por parte un miembro del GRAPO.​ Condenado a la marginación política por el PSOE, que vetó su participación en la redacción de la Constitución, Tierno aceptó la integración del PSP en el PSOE en abril de 1978, y con este partido volvió a salir diputado en 1979 y 1982. Elegido presidente honorario del PSOE como un reconocimiento a su prestigio y carisma en abril de 1978, abandonó ese cargo por discrepancias con la ejecutiva de González en 1979, entonces embarcada en el abandono del marxismo y la marginación definitiva del socialismo madrileño.

En las primeras elecciones municipales de la democracia (abril de 1979) se presenta a la alcaldía de Madrid. Aunque su partido no es el más votado (fue la UCD), una coalición con el PCE le da la alcaldía. Su popularidad como alcalde fue enorme, siendo reelegido en 1983. Su labor como alcalde suscitó una extraña unanimidad a su favor, que fue más allá de su filiación política y su fama traspasó las fronteras del país llegando a presidir la Federación Mundial de Ciudades Unidas. Madrid vivió en esos años un espectacular renacimiento de su vida cultural, artística y social, adormecida durante el franquismo, que se conoció como «movida madrileña» y que llegó a identificarse con la figura misma del «viejo Profesor» y su particular populismo, que conectaba tanto con la juventud como con la tercera edad. Murió en enero de 1986 en Madrid siendo alcalde y fue despedido por el pueblo de Madrid con una multitudinaria manifestación de duelo que colapsó la ciudad entera. Es muestra de su carisma irrepetible el que el PSOE madrileño no haya encontrado un sustituto a su altura desde entonces y haya fracasado en sus intentos de recuperar la Casa de la Villa en los años noventa. De sus abundantísimos trabajos políticos, jurídicos y ensayísticos destacan su libro de memorias Cabos sueltos y los célebres Bandos municipales redactados por él mismo, llenos de ingenio, fina ironía y gran talento literario.

Durante sus casi siete años de mandato, llevó a cabo importantes reformas, entre las que destacan:

Demolición iniciada en 1985 del paso elevado para automóviles, popularmente conocido como «Scalextric» situado en la Glorieta de Atocha.​ Esta construcción, de alto impacto estético, fue sustituida por un subterráneo.

Reordenación del mapa administrativo de la ciudad, que pasó de 18 juntas de distrito a 21.

Reedificación de varios barrios, especialmente en las zonas de Orcasitas, Usera, Villaverde y Vallecas. Estas zonas estaban muy afectadas por el problema del chabolismo desde la década de 1960. Las infraviviendas de una planta fueron sustituidas por bloques de pisos modernos y se inauguraron espacios verdes como el Parque de Pradolongo.

Plan de saneamiento integral de Madrid, su obra más importante, aunque no tan famosa, que limpió las aguas residuales de Madrid. A partir del 22 de septiembre de 1984 se colocaron patos y peces en el Manzanares como símbolo del agua limpia.

Se promovió la creación del Planetario de Madrid, inaugurado ya después de su muerte en 1986.

Con estas y otras actuaciones alcanzó una gran popularidad, pero algunos criticaron su libro de memorias Cabos sueltos (1981) y proclamaron la dudosa verosimilitud del personaje que se había hecho construir como «Viejo Profesor», desfigurando su propia trayectoria personal, algo que sin embargo él mismo reconocía ya en el prólogo de estas memorias.​ Se considera como continuación de Cabos sueltos a la obra Atando cabos del jurista Raúl Morodo, colaborador de Tierno desde la época del PSP.

En cualquier caso, se ganó el afecto de los madrileños con sus humorísticos y bien escritos Bandos municipales y con iniciativas que cuidaban los pequeños detalles como devolver los patos al río Manzanares y las flores a los parterres públicos, incluso entre los jóvenes, al apoyar la llamada Movida madrileña.

Falleció en su ciudad natal el 19 de enero de 1986. Recibió sepultura en el cementerio de la Almudena el día 21 de enero.​ Su entierro se convirtió en una de las concentraciones más numerosas de las ocurridas en la capital de España.

Obras publicadas

Conocido cariñosamente como El viejo profesor y autor de varios libros, fue el encargado de redactar​ el Preámbulo de la Constitución española de 1978.

En su vasta bibliografía destacan las siguientes obras:

Formas y modos de vida en torno a la Revolución de 1848 (1950).
Sociología y situación (1954), Editorial Aula.
Introducción a la sociología (1960), Editorial Tecnos.
Costa y el Regeneracionismo (1961), Editorial Barna.
Desde el espectáculo a la trivialización (1961), Taurus Ediciones, ISBN 978-84-306-1025-9.
Anatomía de la conspiración (1962), Taurus Ediciones, ISBN 978-84-306-9042-8.
Tradición y modernismo (1962), Editorial Tecnos, ISBN 978-84-309-0037-4.
Humanismo y sociedad (1964), Editorial Seix Barral, ISBN 978-84-322-0103-5.
Acotaciones a la historia de la cultura occidental en la Edad Moderna: desde el fin de la Edad Media hasta la actualidad (1964), Editorial Tecnos, ISBN 978-84-309-0300-9.
Diderot como pretexto (1965), Taurus Ediciones, ISBN 978-84-306-9070-1. Conocimiento y Ciencias Sociales (1966), Editorial Tecnos, ISBN 978-84-309-0068-8.
La realidad como resultado (1966), Ediciones La Torre.
Baboeuf y Los Iguales. Un episodio del socialismo premarxista (1967), Editorial Tecnos, ISBN 978-84-309-0305-4.
Razón mecánica y razón dialéctica (1969), Editorial Tecnos.
La humanidad reducida (1970), Editorial Taurus.
Escritos (1950–1960) (1971), Editorial Tecnos.
Conocimiento y ciencias sociales (1973), Editorial Tecnos, ISBN 803090428X.
La rebelión juvenil y el problema de la universidad (1973), Seminarios y Ediciones, ISBN 84-299-0042-X.
Sobre la novela picaresca y otros escritos (1974), Editorial Tecnos, ISBN 84-309-0494-8.
Yo no soy ateo (1975), Editorial Tecnos, ISBN 84-309-0567-7.
Qué son las izquierdas (1976), La Gaya Ciencia, ISBN 84-7080-956-3.
España y el Socialismo (1976), Editorial Tucar, ISBN 84-85199-10-3.
Democracia, Socialismo y Libertad (1977), Ediciones Paulinas, ISBN 84-285-0638-8.
Idealismo y pragmatismo en el siglo XIX español (1977), Editorial Tecnos, ISBN 84-309-0688-6.
Galdós y el episodio nacional Montes de Oca (1979), Editorial Tecnos, ISBN 84-309-0824-2.
¿Qué es ser agnóstico? (1982), Editorial Tecnos, ISBN 84-309-0921-4.
Cabos sueltos (1982), ISBN 84-02-08516-4.
Canto a la paz (1983), ISBN 8430093804.
La España autonómica (1985), Editorial Bruguera, ISBN 84-02-10435-5.
Los toros, acontecimiento nacional (1988), Editorial Turner, ISBN 84-7506-251-2.


Reconocimiento

En homenaje a Enrique Tierno Galván, se ha realizado lo siguiente: ​

Parque de Enrique Tierno Galván el cual tiene un Monumento a con una escultura a su imagen situado en el distrito madrileño de Arganzuela. 

Parque de Enrique Tierno Galván en Valdemoro. 

Plaza de Enrique Tierno Galván en Parla además de contar con el Instituto Enrique tierno Galván también en este municipio madrileño. 

Instituto Enrique tierno Galván en Leganés Paseo de Enrique Tierno Galván en Culleredo (Galicia) hay una escultura que representa su busto.

sábado, 25 de agosto de 2018

Teatro Eslava



El Teatro Eslava es un local de espectáculos de Madrid, situado en la calle del Arenal, entre la Puerta del Sol y Ópera, en uno de los espacios más céntricos de la capital de España. Promovido por el empresario Bonifacio Eslava, sobrino del músico Hilarión Eslava, el edificio original, un pequeño salón,​ fue diseñado y construido por el arquitecto Bruno Fernández de los Ronderos ​ y se inauguró el 30 de septiembre de 1871,​ con el nombre de Salón Eslava y capacidad para un millar de espectadores. Llegó a ser muy popular como plataforma de las diversas facetas del teatro popular, desde el «género chico» a la revista, aunque también llegó a estrenar a autores como Arniches, Gala, Lorca o Valle Inclán. A lo largo de su historia el Teatro Eslava ha contado con empresarios como Felipe Ducazcal,​ Gregorio Martínez Sierra​ o Luis Escobar, y estuvo cerrado en varias ocasiones. En 1981, tras un periodo como local de cabaret —con estrellas como Concha Velasco y Norma Duval— se convirtió en la macrodiscoteca Joy Eslava, que luego pasó a ser el Teatro Joy Eslava.

El viejo Eslava del pasadizo de San Ginés, número 3,​ nació como "edificio destinado a depósito y montura o conclusión de pianos y calcografía musical", así figura en la licencia solicitada por Bonifacio Eslava, que encargó al arquitecto Fernández de los Ronderos un modesto teatrito con puerta al pasadizo de San Ginés. El supuesto depósito partió de una nave rectangular con una sala para conciertos. Tras una última revisión municipal el 14 de agosto de 1871, el Ayuntamiento le dio licencia para el 20 de diciembre. Pero las prisas por estrenar el nuevo salón adelantaron la fecha de inauguración al 30 de septiembre de ese año.

Martínez Olmedilla describe el Salón Eslava "destartalado y mezquino", un café-teatro que a pesar de las posteriores mejoras y ampliación seguiría siendo "desgarbado y feote".11​ Lo cierto es que el Café Granada,​ abierto por Bonifacio Eslava como parte de la obra del edificio y con acceso a la sala, era un lujoso reclamo para el público de la época.​ Pero al parecer las veladas musicales no resultaban rentables y en 1873, Eslava alquiló el salón al empresario José Leyva, que integró el Granada en el cuerpo del teatro, adaptando el pequeño coliseo a los gustos del momento (los cafés-teatro para teatro por horas). La obra completaba el proyecto de Fernández de los Ronderos con una distribución en dos pisos, dos elegantes escaleras y una capacidad para mil doscientos espectadores, distribuidos en sus 364 butacas de rejillas, en la platea, doce palcos para seis personas en cada piso y 672 asientos de gradas de platea y principal. El techo y la embocadura del escenario se le encomendaron a Antonio Vallejo, las decoraciones a López, Viviani y Bielsa, y el telón —representando "Un sueño de Beethoven"​ — a Ferry y Bussato, (según recoge un estudio de Carmen Simón Palmer publicado en 1965). Con el tiempo, café y salón se harían tan populares que el libreto de La Gran Vía —estrenada en 1886— lo inmortalizó en el cantable:

Te espero en Eslava
tomando café.

Leyva, decidido a convertir al Eslava en líder de la sicalipsis, barajando el "juguete cómico" con la "zarzuela ligera", le robó al teatro de la Comedia a Ricardo Zamacois, el gran cómico del momento, y completó la compañía con Ramón Rosell y Antonio Riquelme. En 1881 se trajo también a José Mesejo.

En la última década del siglo XIX, Díaz de Escovar y Lasso lo describen en su Historia del Teatro Español como "un teatro muy bonito y espléndidamente decorado, con una compañía excelente y un empresario muy rumboso". Siguiendo el contexto el 'rumboso' empresario resulta ser Eduardo López que, al perder a la tiple Rosa Fuertes al inicio de la temporada de 1894-95, se hace con Luisa Campos, robándosela al Teatro Apolo, desde donde había cautivado al público madrileño.

Tras una breve pero intensa estancia en el Eslava del tándem Loreto Prado y Enrique Chicote, con momentos históricos como el estreno de A las puertas de la Gloria, drama de Martínez Viérgol, en el que Loreto vivió con tanta intensidad la muerte de la protagonista, de angina de pecho, que sufrió un pequeño colapso...​ Tomó la dirección del local el valenciano Vicente Lleó, maestro del «género chico». Fue un periodo "memorable" según lo califica Olmedilla, a pesar de coincidir con el "trust teatral" que Lleó y el músico Amadeo Vives habían formado codirigiendo tres grandes locales del momento, el Teatro de la Zarzuela (feudo de Vives), el Teatro Cómico y el propio Eslava. Recién disuelto el "trust", Lleó llevó a las tablas del viejo Eslava una obra musical suya con libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios, La corte del faraón, estrenada el 21 de enero de 1910. Aquella copia castiza de la opereta francesa Madame Putiphar y un cartel de señoritas como Julia Fons, Carmen Andrés y María López Martínez, con el refuerzo de un cómico como Ramón Peña y la ocurrencia de Manuel Fernández Palomero, que Lleó convirtió en el irresistible Ay! ba,​ llenaron durante dos temporadas seguidas las arcas del Eslava. Explica Olmedilla que el "río de oro se convirtió en catarata" cuando, agotado "el caudal del Nilo" Lleó puso en escena El conde de Luxemburgo en adaptación de Juan José Cadenas.​ El autor y empresario, que en esos días llegó a fundar un diario, La Noche, con Antonio Palomero como director, decide que es el momento de ampliar el aforo, se embarca en obras y gastos sin límite... Pero ni el renovado Eslava ni una gira americana en busca de dinero pudieron salvarle de la ruina. El faraón valenciano murió en Madrid, en una modesta casa de huéspedes de la calle Augusto Figueroa, coincidiendo con el estreno en el Apolo de su Ave, Caesar!.

La asociación, profesional y sentimental, del astuto y emprendedor Gregorio Martínez Sierra con la actriz Catalina Bárcena escogió las tablas de un Eslava agotado por la sicalipsis. El cambio supondría un interesante capítulo en la evolución de la dramaturgia española del primer cuarto de siglo XX.​ Así, el 24 de diciembre de 1916, inició su andadura el "Teatro de Arte", precursor de las fórmulas teatrales de ensayo que Gregorio había traído de su viaje a París en 1905, y que en la década de 1920 ampliaría Cipriano Rivas Cherif ("Teatro de la Escuela Nueva", "El Mirlo Blanco", "El Cántaro Roto" y "El Caracol"). La obra que abrió el ciclo fue El reino de Dios, un drama escrito por María Lejárraga, firmado por Martínez Sierra e interpretado por la Bárcena. Pero el proyecto del nuevo empresario del Eslava era tan amplio como ecléctico, alternando géneros tan variados como el drama, la comedia, las variedades, el teatro para niños o la pantomima. Todo ello reforzado con la colaboración de músicos como Manuel de Falla, Conrado del Campo, Pablo Luna, María Rodrigo o Jacinto Guerrero y escenógrafos de nuevo cuño como Rafael Barradas, Manuel Fontanals y Sigfrido Burmann, el único que tenía experiencia anterior en escenografía, al haber trabajado con Max Reinhardt.

Aunque la mayoría de la producción literaria salió del escindido círculo familiar entre Gregorio y María de la O, el empresario dio cancha a otros autores y proyectos: Felipe Sassone que triunfó con A campo traviesa, Eduardo Marquina con El pavo real (en realidad un cuento de Oscar Wilde), el fracaso de Lorca con El maleficio de la mariposa y, como auténtica revelación, la puesta en escena de "La Argentinita" de la 'farsa mímica' en dos cuadros compuesta por Falla y presentada en el Eslava el 7 de abril de 1917, El corregidor y la molinera (luego El sombrero de tres picos).

Habiendo aceptado Martínez Sierra la comedia Los gorriones del Prado del casi novel Alfonso Vidal y Planas, "autor bohemio y un tanto desequilibrado", se presentó el dramaturgo bilbaíno Luis Antón de Olmet con intención de saltarse el turno y estrenar primero. No aceptó el empresario y se puso en escena la comedia de Vidal, con un rotundo fracaso, atribuido por el autor de Los gorriones del Prado al sabotaje promovido por Olmet, impaciente por estrenar su obra. Así las cosas, y estando Olmet en el Eslava el 2 de marzo de 1922, dando los últimos toques al inminente estreno de su obra El capitán sin alma, cuenta la prensa de la época que apareció Alfonso Vidal en el teatro y, tras una discusión y muchas voces e insultos (y con el agravante de una mujer por medio), usó su pistola Star del calibre 9 para 'defenderse de Olmet' que intentaba estrangularle.​ Poco después, Luis Antón de Olmet fallecía en la Casa de Socorro.

Al final, Alfonso Vidal y Planas, condenado a 12 años de cárcel, solo cumplió Pero el Eslava quedaría maldito, Martínez Sierra se fue a hacer las Américas y el viejo teatro entró en un periodo oscuro del que no saldría hasta 1926, cuando la vedette argentina Celia Gámez montó allí su cuartel general,​ que abandonó con los primeros cañonazos de la sublevación militar del 18 de julio de 1936.

Resulta indicativo señalar que, como muchos otros teatros de la capital de España, el Eslava no interrumpió su programación durante la guerra civil española. En 1939, tras la toma de Madrid, su programación incluía obras de los Paso o Pilar Millán Astray, reposiciones de La verbena de la Paloma o el Tenorio de Zorrilla, e incluso una versión de La pimpinela escarlata a cargo de Federico Reparaz y Juan Ignacio Luca de Tena.

Al inicio de la década de 1940, la vedette argentina Celia Gámez regresó a España, y en concreto al Eslava, pero esta vez como empresaria-propietaria. La Cenicienta del Palace, Yola, La estrella de Egipto, fueron algunos de los más sonados éxitos de la Gámez. Mediados los años cincuenta, y con el género de la revista en decadencia o a la espera de nuevos alicientes, Célia Gámez abandonó el Eslava a su suerte.

En 1956 y tras una temporada en que fue cerrado por defectos de seguridad,​, compró el viejo teatro del pasadizo de San Ginés el hasta entonces director del teatro María Guerrero (1939-1953), Luis Escobar. Con el dramaturgo, actor y marqués como dueño del local, el Eslava recuperó sus momentos felices, con Nati Mistral como estrella rutilante.

Tras el bache que seguiría a la conclusión de la gestión de Escobar en 1963 (en un periodo de crisis teatral en España que solo pudo superar la sangre joven del teatro independiente), y ya en pleno auge de la recuperación del teatro nacional con subvenciones del nuevo gobierno democrático, se estrenó comercialmente en el Teatro Eslava el 19 de septiembre de 1978, Así que pasen cinco años, una cuenta pendiente que tenía el teatro de García Lorca, desde el triste debut del dramaturgo y poeta granadino en el Eslava con El maleficio de la mariposa, en 1920. Cuarenta y dos años después de la muerte de Lorca, esta pieza —última junto a El público— se puso en escena con dirección de Miguel Narros e interpretada por Guillermo Marín, Esperanza Roy, Helio Pedregal, María Luisa San José y Carlos Hipólito entre otros.

"Las chicas del Eslava" es una frase acuñada a lo largo de poco más de un siglo,​ desde la década de 1870 a la de 1980, para una nómina de actrices, tiples, vedettes, cupletistas, divas y estrellas de muy diverso fulgor y recuerdo. Chicas del Eslava fueron: Luisa Campos, Julia Fons, Carmen Andrés, Loreto Prado, Catalina Bárcena, Celia Gámez, Nati Mistral, Esperanza Roy, Concha Velasco, Norma Duval... y de alguna manera, anónima y singular, María de la O Lejárraga. Convertido el que fuera primitivo Salón Eslava en discoteca Joy Eslava (Teatro Joy Eslava), las chicas del Eslava del siglo XXI, como tantas otras cosas impersonales de la era cibernética, son rostros perfectos y anónimos, danzando entre los fantasmas de la "psicodelia-sicalíptica" de ayer y hoy.

Adquirido el local por el empresario Pedro Trapote a Luis Escobar Kirkpatrick en 1979, la discoteca se inauguró la noche del 24 de febrero de 1981, al día siguiente del Golpe de Estado perpetrado en el Congreso de los Diputados.​ En la escalera que lleva al despacho del empresario Trapote, las paredes, cubiertas de fotos muestran una iconografía histórica del lugar a través de rostros de clientes como Rafael Alberti, Pedro Almodóvar, Julio Iglesias, Roger Moore, Enrique Múgica, Paco Rabanne, Enrique Tierno Galván, Stevie Wonder (resulta significativa la escasez comparativa de retratos femeninos, de mujer). En 1998 sufrió un incendio que destruyó los frescos que decoraban la histórica bóveda del local. A partir de la segunda década del siglo XXI retomó parte de su nombre original denominándose Teatro Joy Eslava.

martes, 21 de agosto de 2018

Cementerio de La Florida



El cementerio de La Florida, en Madrid (España), se halla situado en la zona suroeste del Parque del Oeste, en la calle de Francisco y Jacinto Alcántara, junto a la Escuela de Cerámica de Madrid, a poca distancia de la Ermita de San Antonio de la Florida.

De forma casi simbólica y en una fosa común, están enterrados los restos de las cuarenta y tres víctimas fusiladas en la madrugada del 3 de mayo de 1808 por los soldados del general francés Joaquín Murat, a los pies de la montaña del Príncipe Pío.

En el lugar que ocupa el cementerio existió al parecer, a mediados del siglo XVIII, una alquería o casa de labor, que en 1796 se convirtió en lugar de enterramiento para los empleados del cercano Palacio Real, como camposanto dependiente de la Ermita de San Antonio de la Florida.

El cementerio es un recinto modesto y de reducidas dimensiones, rodeado por un muro de mampostería en aparejo toledano. En el interior se hallan los restos de los fusilados, en dos cajones de plomo y cinc situados en una cripta bajo una pequeña capilla; dos hileras de cipreses, una columna conmemorativa y tres lápidas que recuerdan los fusilamientos. Una de éstas es una reproducción en azulejos, inaugurada en 1982, del cuadro El tres de mayo de 1808 en Madrid de Goya.

Hasta 1917 el cementerio estuvo a cargo de la Cofradía de la Buena Dicha por cesión de Isabel II, ya que al menos dos de los fusilados eran miembros de ésta. Ese año, ante la poca cantidad de cofrades, lo que aboca a la desaparición de la Cofradía, uno de los miembros, Ortiz de Pinedo, que también lo era de la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos, pasó a esta la gestión. Desde entonces, el cementerio es mantenido gracias a la mensualidad que abonan los miembros de esta Sociedad, constituida en 1839 por ex combatientes de las milicias populares. Debido a esto, el cementerio siempre se ha mantenido en una situación precaria por la falta de apoyos económicos, ocupándose por ejemplo de la jardinería en la actualidad la vecina Escuela de Cerámica. Aunque la situación más grave para la superveniencia del pequeño camposanto se dio cuando el Ayuntamiento quiso vaciarlo y trasladar los restos de los fusilados al Monumento a los Héroes del Dos de Mayo, circunstancia que finalmente pudo evitar la Sociedad Filantrópica.

Entre 1931, año en que se cerró al público, y 1939, se llamó Cementerio del Coronel Montesinos, en recuerdo del militar Manuel Montesinos y Molina. Después de unas obras de restauración sufragadas por la Junta Municipal del distrito de Moncloa, fue reabierto el 2 de mayo de 1981 por el entonces alcalde Enrique Tierno Galván, aunque posteriormente, debido a diversos actos vandálicos que empezó a sufrir, fue cerrado de nuevo.

Posteriormente fue restaurado de nuevo en 2008, año del Bicentenario del Levantamiento. La rehabilitación, llevada a cabo por el arquitecto Antonio Lopera, duró tres meses, con un coste de 120.000 euros aportados por el Ayuntamiento, y fue inaugurada por el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón el 24 de abril. Incluyó la reforma de los muros y la realización de un drenaje de hasta dos metros de profundidad para evitar la humedad.

El cementerio permanece cerrado todo el año salvo el día 2 de mayo, Día de la Comunidad de Madrid, en que se conmemora el Levantamiento por parte de la Sociedad de Milicianos, con asistencia del Presidente de la Comunidad de Madrid y el Alcalde de la ciudad, que hacen una ofrenda floral en recuerdo de los enterrados.

Sucesos del 2 y 3 de mayo de 1808

Finalizados los enfrentamientos entre los patriotas madrileños y los soldados franceses, varios cientos de detenidos serían fusilados en la madrugada del día 3. Cuarenta y dos de ellos fueron elegidos por sorteo, y uno directamente por Murat, y, tras ser torturados e injuriados, conducidos hasta la montaña del Príncipe Pío, donde a las 4 de la mañana fueron fusilados y dejados en una hoya que cavaron sus verdugos.

Allí permanecieron insepultos hasta que, nueve días después y secretamente, los hermanos de la Congregación de la Buena Dicha rescataron los cuerpos y los enterraron en el pequeño cementerio, propiedad de los empleados de la posesión de La Florida. De los cuarenta y tres, sólo se conocía con seguridad el nombre de diecinueve hasta que en 2008 fueron identificados otros diez más por el historiador Luis Miguel Aparisi; todos ellos figuran en una nueva lápida inaugurada en este año. Sus nombres, más algunos datos que se sabe sobre ellos, gracias a una lista elaborada en 1816 y a las reclamaciones que sus familiares hicieron para cobrar una pensión, son:

Manuel Antolín Ferrer, natural del Buen Retiro, de 21 años, el más joven de los fusilados. Su hermano Santos, era jardinero del Real Sitio de La Florida.

Francisco Gallego y Dávila, presbítero y natural de Valdemoro, sacristán segundo del convento de la Encarnación, ejecutado por orden directa de Murat. Detenido tras hallársele una espada, es el único identíficado en el cuadro de Goya; corresponde al fraile con tonsura y hábito gris.

Domingo Braña y Calbín, mozo de tabaco en la Real Aduana de Madrid. Casado y con dos hijos, defendió el Hospital de la Corte y fue detenido al hallar un sable en su poder.

Bernardo Morales, maestro cerrajero.

Francisco Escobar y Molina, maestro de coches.

Rafael Canedo, natural de Camponaraya El Bierzo y que se enfrentó en la Puerta del Sol a los mamelucos navaja en mano.

Antonio Mazías Gamazo, de 66 años, el mayor de los fusilados, natural de Pedrosa del Rey. Viudo, residía en el número 12, piso segundo, de la calle de Toledo, esquina a la del Burro.

Antonio Zambrano y Zambrano, natural de la La Vecilla, provincia de León. Vivía en la calle San José, en el número 6.

Domingo Méndez.

José Amador.

Fernando Madrid, oficial de carpintería.

José Reyes Magro.

Antonio Méndez Villamil.

Manuel Rubio. Estos siete últimos eran albañiles que trabajaban en la restauración de la iglesia de Santiago y que se enfrentaron como una milicia organizada a un batallón de soldados polacos que entraron en el templo, arrojándoles ladrillos y piedras hasta que fueron capturados. Dos de ellos murieron allí mismo y los demás fueron posteriormente fusilados.

Martín de Ruizcabado, de unos 30 años, natural de la provincia de Santander y de profesión cantero en el Real Sitio de La Florida.

Francisco Sánchez Navarro, escribano real.

José de Lanet y Riesgo. Recién licenciado del ejército, casado y con un hijo de ocho años, era dueño de una mercería, o según otras fuentes de una tienda de aceites y vinagres, en la plaza de Santo Domingo. Luchó en la calle de la Inquisición, donde le hicieron prisionero.

Manuel García, soldado miembro de los Voluntarios del Estado que había participado en la defensa del Parque de Artillería de Monteleón a las órdenes del teniente don Jacinto Ruíz.

Fue el único de entre los 43 fusilados que era militar.

Anselmo Ramírez de Arellano y Díez de Belmonte. Natural de Daimiel, empleado del Resguardo de la Real Hacienda. Su mujer estaba embarazada de su tercer hijo.

Juan Antonio Serapio Lorenzo.

Antonio Martínez. Estos dos últimos compañeros de trabajo de Ramírez de Arellano.

Gabriel López.

José Rodríguez, dueño de una botillería situada en la Carrera de San Jerónimo.

Julián Tejedor de la Torre, de 41 años. Platero cuya tienda estaba situada en la calle de Atocha.

Lorenzo Domínguez, guarnicionero cuyo comercio estaba en la Plazuela de Matute.

Estos tres últimos lucharon con sus pistolas en la explanada frente al Palacio Real y fuero capturados en la Plaza Mayor.

Juan Antonio Alises. Natural de Villarrubia de los Ojos, era el palafrenero del infante Don Carlos y tenía una hija de cinco años.

Miguel Gómez Morales, oficial jubilado de embajadas. Luchó frente al Palacio Real.

Francisco Bermúdez y López de Labiano. Natural de Segovia, era ayuda de Cámara de Palacio y hermano del organista de campanillas del Monasterio de El Escorial. Casado, con domicilio en la calle de San Bernardo, donde estuvo luchando hasta que fue detenido.

Juan Antonio Martínez del Álamo. Aunque no está totalmente identificado, existe documentación que permitiría incluir entre las víctimas.

Durante mucho tiempo se creyó que la heroína del Parque de Artillería de Monteleón, Clara del Rey, fue enterrada aquí, pero posteriormente se ha descartado. Esteban Santirso, otro héroe del Parque de Monteleón fue enterrado en el Cementerio de la Buena Dicha, sin embargo parece que posteriormente su cuerpo fue trasladado aquí. Los dos cofres en que se hallan depositados los restos de los cuarenta y tres fusilados, junto con efectos personales, fueron abiertos por última vez en 1917 y sobre ellos figura una nueva lápida inaugurada en 2008.

Se cuenta que Francisco de Goya y Lucientes presenció los fusilamientos de la montaña del Príncipe Pío a distancia provisto de un catalejo y que posteriormente se acercó al lugar de los hechos para tomar bocetos. Sin embargo es bastante dudoso que pudiese acercarse al lugar de los hechos por la vigilancia de ejercerían los franceses, ya que entre los agravios a los madrileños estaba el no poder enterrar a sus caídos.

Durante mucho tiempo se creyó que la heroína del Parque de Artillería de Monteleón, Clara del Rey, fue enterrada aquí, pero posteriormente se ha descartado.

Esteban Santirso, otro héroe del Parque de Monteleón fue enterrado en el Cementerio de la Buena Dicha, sin embargo parece que posteriormente fue enterrado aquí.

Entre 1931 y 1939 se llamó Cementerio del Coronel Montesinos.

domingo, 19 de agosto de 2018

Puerta de Atocha



La Puerta de Atocha fue un acceso en el tramo nororiental 
de la cerca de Madrid.

La primera puerta que llevó este nombre se construyó en el siglo xv y daba paso desde la ciudad medieval al arrabal de Santa Cruz.​ Más tarde, al trasladarse este acceso a la ciudad a las inmediaciones de la antigua ermita de Atocha, se le dio el nombre de puerta de Vallecas, por estar el antiguo camino que llevaba hasta el poblado de Vallecas, lugar que en el siglo xxi ocupa la glorieta de Atocha. Con tal rótulo de Puerta de Vallecas la representó Pedro Teixeira en su plano de 1656. En 1748, durante el proceso de construcción de la nueva cerca de Felipe IV la llamada puerta de Vallecas se sustituyó por la primera puerta de Atocha monumental, que daba salida al paseo de las Delicias, y que según Monalu sería reformada hacia 1828,​ y, según Gea, derribada el 28 de junio de 1850.

La puerta de 1748, sin interés arquitectónico según los cronistas, construida de ladrillo con tres arcos gemelos.​

Antes de su reforma,​ acometida por Francisco Javier de Maríategui entre 1826-1829, Sebastián Miñano la catalogó en términos despectivos, en el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal (aparecido en esas mismas fechas), argumentando que no merecía «ni por su materia ni por su forma, ser una de las principales de Madrid y estaba reclamando la construcción de otra más digna del parage en que está situada». Tras la mejora, Álvarez Baena la describiría así en su Compendio Histórico de 1786:

Está al mediodía al concluir la calle de Atocha, y mirando al Prado. Por ella se sale al paseo de las Delicias que, pisando el río, se une al camino de Aranjuez.../...presenta una perspectiva más lisonjera, tanto por haberla descargado de sus ridículos adornos, cuanto por haberla pintado del color de piedra berroqueña y de Colmenar, coronando el final de su ático por la parte del campo un escudo de armas reales, sostenido por dos genios y acompañados de trofeos de guerra; y en el lado que mira al Prado el escudo de armas de la villa con genios y varios atributos; cuyas obras de escultura han sido ejecutadas por don José de Agreda y don José Tomas. Igualmente son de este último los grupos y trofeos militares que dan bello realce á los extremos del sotabanco.

El ingeniero Boix, en un artículo firmado en 1927, escribe que «del aspecto que ofrecía después de aquella reforma [1829] puede juzgarse por la litografía de Vicente Camarón en la que aparece en primer término la bella fuente de la Alcachofa».

La construcción de la estación de Atocha, inaugurada el 9 de febrero de 1851, en el límite exterior de la puerta había hecho necesario desmantelar el monumento el 28 de julio de 1850, pero se construyó una nueva en 1852, que a su vez desapareció en 1868, con el derribo de la toda la cerca de Felipe IV. En 1992, al remodelarse la citada estación, se dio el nombre de Puerta de Atocha a la nueva terminal de Alta Velocidad en honor a las anteriores puertas desaparecidas.

jueves, 16 de agosto de 2018

El Pichi



El Pichi, o simplemente Pichi, primera de sus estrofas, es una canción que forma parte de la revista musical española Las leandras, estrenada en Madrid en 1931.

Incluido en el primer acto de la revista,1​ se trata de un chotis que es interpretado por el personaje femenino principal de la obra (Celia Gámez en el estreno), pero ataviada de hombre. Concretamente del prototipo de chulo madrileño.

La letra, en síntesis, se refiere al modus vivendi de un hombre dominante para con las mujeres que le rodean, rayando el proxenetismo​ y la violencia de género​ ("Pichi es el chulo que castiga... Pero yo que me administro, cuando alguna se me cuela como no suelte la tela dos morrás la suministro que atizándoles candela yo soy un flagelador…," reza la letra).​ Circunstancias éstas que, sin embargo, no eran objeto de oprobio social en la España del primer tercio del siglo XX e incluso cabía la parodia simpática, como es el caso. Se trata pues de un reflejo del machismo dominante en aquella sociedad.

A lo largo de la canción se hace mención de los límites que fijan la zona de acción del protagonista de la canción, que van desde el Portillo de Embajadores hasta la Arganzuela.

El tema alude a Victoria Kent, en aquel momento directora general de prisiones y primera mujer en la historia de España que ocupaba un cargo de responsabilidad en la Administración. Durante el franquismo, la alusión a Victoria Kent fue censurada en la letra de la canción y sustituida por la expresión un pollito bien.

Fue tal el éxito de la canción que, en la época, se llegó a fabricar un muñeco de El Pichi para los niños.​

El éxito de la canción derivó en que por analogía comenzó a llamarse Pichi a la prenda de vestir utilizada por la intérprete. Hasta el extremo de que el término ha sido adoptado por el Diccionario de la Real Academia Española.

La excelente acogida de la canción entre el público de la época, propició que se compusiera una suerte del spin-off titulado La mujer del Pichi, con música de Alonso y letra de J. Soriano para Celia Gámez y que se publicó por primera vez en 1932.

Interpretada por primera vez por Celia Gámez, también ha sido cantada, entre otras, por Laura Pinillos (1932, en el estreno de Las leandras en Barcelona), Sara Montiel (1961, en la película Pecado de amor), Rocío Dúrcal (1969, en la versión cinematográfica de Las leandras), María José Cantudo (1969, en el re-estreno de Las leandras), Paloma San Basilio (1985, en la versión de Las leandras para televisión en el espacio La comedia musical española), Lina Morgan y Miriam Díaz-Aroca y Rosa López (ambas en el talent show Tu cara me suena, en 2011 y 2017 respectivamente).



Letra

Pichi
es el chulo que castiga
del Portillo a la Arganzuela,
porque no hay una chicuela
que no quiera ser amiga
de un seguro servidor ...

¡Pichi!
pero yo que me administro,
cuando alguna se me cuela,
como no suelte la tela,
dos morrás la suministro;
que atizándolas candela
yo soy un flagelador.

Chulas

Pichi
es el chulo que castiga
del Portillo a la Arganzuela,
que no quiera ser amiga
porque es un flagelador.

Pichi

¡¡Pichi!!
No reparo en sacrificios:
las educo y estructuro
y las saco luego un duro
pa gastármelo en mis vicios,
y quedar como un señor.

Chulas

Me has trastornao,
¡Eres un sol!
Pónme un chalet,
dame un renard,
cómprame un Roll.

Pichi:

Anda, y que te ondulen
con la permanén,
y pa' suavizarte
que te den col-crém.
Se lo pués' pedir
a Victoria Kent,
que lo que es a mí,
no ha nacido quién.
Anda, y que te ondulen
con la 'permanén',
y si te sofocas
¡tómalo con seltz!

Chulas

Eres, Pichi, para mí
de lo que no cabe más,
y yo sé de algunas por ahí
que van desesperás
detrás de ti.

Pichi

¡Pero, a mí, no!
porque de nén!
¡Bueno soy yo!

Chulas

Anda, y que te ondulen
con la 'permanén',
y pa suavizarte
que te den 'col-crém'.
Se lo pués pedir
a Victoria Kent.

Pichi

Que lo que es a mí,
no ha nacido quién.

Todos

Anda, y que te ondulen
con la 'permanén',
y si te sofocas
¡tómalo con seltz!