jueves, 19 de diciembre de 2013

Leyenda de la Virgen de Atocha


La leyenda data del tiempo del Madrid musulmán. 
Según se cuenta, el valeroso caballero Gracián Ramírez, que vivía con su esposa y sus dos hijas en el castillo de Rivas de Jarama, se acercaba a Madrid a rezar ante la imagen de Nuestra Señora de Antioquía, en una ermita situada en la vega del Manzanares. Cierto día encontró al ermitaño que cuidaba la ermita decapitado y habían desaparecido la lámpara de plata que ardía con aceite día y noche y lo que era más importante, la imagen de la Virgen. 


Gracián Ramírez juró encontrar a la Virgen, costara lo que costase. Y junto a sus hombre procedieron a la búsqueda de la imagen. Cuando ya regresaban sin haberla hallado, en un recoveco del cerrillo que luego llamaron de San Blas, donde se halla el Observatorio Astronómico halló la imagen de la Virgen en una especie de cueva, sobre una alfombra de hierba. El caballero juró a la Virgen que allí mismo construiría una ermita para albergar la imagen que milagrosamente había aparecido. 


Al día siguiente comenzaron a construir la ermita. Los moros, que veían a distancia la obra y creyendo que se trataba de una fortificación desde la cual tratarían de reconquistar la ciudad de Madrid, les atacaron y cercaron. Gracián Ramírez, al ver que cada vez se hallaban más cercados y ante el temor de que su esposa e hijas fueran violadas y asesinadas por los moros, cortó la cabeza de las tres mujeres que se hallaban en el interior de la ermita. En ese instante una luz cegadora cayó sobre los moros que no pudieron seguir luchando. Gracián Ramírez y sus hombres vencieron entonces sin ningún esfuerzo a los musulmanes obligándoles a marchar. Todos celebraban la victoria sobre los árabes salvo Ramírez que, apenado por su familia, entró en la ermita sintiéndose culpable de su acción. Sin embargo, en su interior, al pie del altar encontró a su esposa e hijas rezando ante la imagen de la Virgen de Antioquía. La leyenda termina diciendo que a las tres mujeres les quedó una cicatriz roja en el cuello, a modo de cinta, como prueba de lo sucedido. 


La Virgen, que había sido encontrada en el llamado Olivar de Atocha pasó a ser conocida como Nuestra Señora de Atocha.

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miércoles, 18 de diciembre de 2013

Leyenda de la casa del Pastor


La casa del Pastor se encontraba situada en el numero 21 de la calle de Segovia y estaba, haciendo esquina con la Cuesta de los Caños Viejos. En la actualidad se ubica casi debajo del Viaducto de Segovia. 


Durante algún tiempo fue sede del Ayuntamiento trashumante de Madrid y Toledo, y en ella se celebró la primera reunión del Ayuntamiento de la Villa. La casa, estuvo habitada hasta los años cincuenta del siglo veinte, pero en 1980 sólo quedaban alguna de sus fachadas en pie y aunque se creó la Coordinadora de Defensa del Patrimonio Histórico de la Casa del Pastor, que lucho por reconstruirla con fines turísticos, finalmente en el año 1988 se derribó y se construyó un nuevo edificio. 


Conservando un muro de la casa que cuenta con uno de los escudos pétreos más antiguos de Madrid con todos sus postizos legendarios, el único emblema que queda del que fuera primer Ayuntamiento de Madrid y Toledo.


 La casa perteneció a don José, un clérigo cuya pasión era cuidar de los enfermos y en su dedicación a los mismos resulto contagiado de la peste y por este motivo en poco tiempo falleció. Conocedor de su suerte, repartió sus bienes entre los pobres y solicitó un escribano para hacer testamento. Al morir, descubrieron que su última voluntad en el testamento que decía: “Es mi firme voluntad que herede la casa la primera persona que en el amanecer siguiente a mi muerte, entre en la Villa, por la Puerta de la Vega”.


Al amanecer del día siguiente un pastor con su rebaño fue el primero en pasar por allí, por lo que los alguaciles le pidieron que les acompañara. El pastor, anonadado por la situación, decidió seguirles hasta la casa, y allí supo lo que se había dejado escrito y lógicamente aceptó.


La leyenda atribuye el caprichoso destino hizo que este mismo hombre fuera el que cobijó a don José tiempo atrás, cuando éste tuvo algún malentendido con la Inquisición.


Otra leyenda señala que aquella casa siempre perteneció a un pastor que tenía íntimas relaciones con María Luisa de Parma, consorte del rey Carlos IV.


Como anécdota debemos mencionar que en el año 2006 fue dañado parcialmente ya que una contrata del Ayuntamiento decidió taladrar en él unos agujeros para colgar una farola, farola que en la actualidad esta retirada pero quedan como testigos mudos de lo sucedido los agujeros realizados en los sillares del muro.


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lunes, 16 de diciembre de 2013

Leyenda de la casa del Duende


La casa del Duende Según Pedro Répide, la casa del Duende estaba situada en la calle de Princesa, entre las de Mártires de Alcalá y Seminario de Nobles.
La casa era propiedad del príncipe de Antillano.Sin embargo otras fuentes, por ejemplo el académico de la Real Academia de la Historia José María de Mena, sitúan dicha casa en la esquina formada por la calle del Conde Duque con la calle del Duque de Liria.



Según cuenta la leyenda, en el siglo XVIII estaba habitada por varios geniecillos que, aunque lo único que intentaban era ayudar a los distintos moradores que alquilaban la casa, producían el efecto contrario y los inquilinos abandonaban el edificio espantados.



En cierta ocasión la casa fue alquilada por unos hombres que por las noches se reunían en citas clandestinas para jugar fuertes sumas de dinero. Una de esas noches surgió una discusión entre ellos. En medio del alboroto se abrió la puerta de la estancia y entró un hombre bajito imponiendo silencio con el dedo sobre los labios. Dada la indignación que tenían los tahúres no lo dudaron y se abalanzaron encima. En ese instante aparecieron más de veinte enanos que, tras propinarles una paliza, les hicieron huir de la casa a la cual no volvieron nunca más.



Pasado un tiempo la casa fue alquilada por doña Rosario de Benegas, marquesa de Hormazas. Aunque sus familiares trataron de disuadirla, no lo consiguieron. La mujer se hallaba desembalando los bultos de la mudanza junto a su criada cuando echó a faltar un gran cortinón y una imagen del Niño Jesús. De repente entró en la habitación un ser diminuto con el Niño en brazos y se lo entregó. Detrás de él entraron otros cuatro sosteniendo la cortina por las cuatro esquinas. Las dos mujeres salieron asustadas de la casa y no volvieron más.



La casa, tras permanecer vacía un tiempo, volvió a ser alquilada por don Melchor de Avellaneda, un canónigo que buscaba una casa alejada de la ciudad para poder trabajar sin ruidos en sus escritos y lecturas. Su madre intentó persuadirle de que la casa se hallaba embrujada pero no le convenció y allí se instaló el clérigo. Un día en que se hallaba escribiendo una carta al obispo de su diócesis para pedirle unos libros, entró en la habitación un hombrecillo que a duras penas podía cargar los dos volúmenes solicitados por el clérigo. El canónigo cogió los libros pensando que todo había sido fruto de un sueño. 



En otra ocasión pidió a su ayudante que le trajese las prendas que debía ponerse para celebrar misa en el vecino convento de los Afligidos. Entonces un enano, tocando el brazo del ayudante, le dijo que las prendas que había cogido no eran las que correspondían a ese día. El ayudante se lo contó al clérigo y ambos abandonaron la casa de inmediato. Y quedó en ella Jerónima Perrin, una lavandera a la que el clérigo había alquilado el piso superior de la casa a cambio de que le lavara la ropa. Esa misma noche se desató una gran tormenta tan fuerte que la pobre lavandera no pudo salir a recoger la ropa tendida que debía llevar al día siguiente lavada y planchada. 



De repente oyó un portazo y aparecieron dos enanos que, cargando un barreño por las asas, le llevaban la ropa que había tendido por la mañana. La lavandera abandonó la casa esa misma noche. A partir de entonces el edificio pasó a ser conocido como la "casa del Duende". La Inquisición intervino lanzando agua bendita sobre la casa para echar a los "duendes" de la casa. Acto seguido entraron en el edificio y destrozaron puertas y ventanas en un intento de localizar a los "habitantes" de la casa, pero no encontraron a nadie. El edificio fue derribado a mediados del siglo XIX.


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sábado, 14 de diciembre de 2013

Leyendas de la Calle del Sacramento

La Calle del Sacramento,
duerme en un encantamiento
de leyenda, y a la luz
de la luna nos inquieta
la medrosa silueta
de la casa de la Cruz.
Emilio Carrere


El hecho tuvo lugar en la calle Sacramento en la manzana enclavada entre esta calle y las del Rollo, la del Duque de Nájera y la de Madrid donde, actualmente se emplaza un aparcamiento municipal. La manzana referida está desaparecida pero era la número 183 de la Planimetría General de la Villa y estaba constituida por cuatro casas, ocupando una de ellas la mitad de la manzana. De las tres casitas restantes se sabe que una de ellas, la más grande, perteneció a Don Bernardino de la Canal de regidores de la Villa. Cualquiera de las dos casillas pudo ser el escenario de los amores que sufrió Echenique.


Parece que, una desapacible noche, el guardia de Corps, don Juan Echenique, caminaba por la calle Sacramento, cuando una voz de mujer proveniente de un balcón, llamó su atención. El apuesto caballero se lo pensó dos veces y atravesó el umbral, subió la escalera y accedió a la lujosa casa donde encontró a la desconocida dama y pasó con ella una gran noche de amor. Hora después, medio adormilado, el reloj de la iglesia de San Justo le recordó que debía volver al Palacio Real para el relevo. Salió con prisa del edificio y a la altura de la Calle Mayor,se percató de que había olvidado el espadín en la habitación de su amante. Regresó sobre sus pasos y al llegar a la puerta descubrió que la lustrosa casa lucía entonces un aspecto abandonado. Un candado impedía su paso, lo que le obligó a llamar sin descansó, pero nadie le respondió. Ante su insistencia, un vecino se asomó a la ventana y le informó que en esa casa no vivía nadie desde hacía más de cincuenta años. Ignorando al informador, Juan de Echenique, rompió la cerradura y accedió al lugar donde horas antes había yacido junto a su amante. Sin embargo, se encontró con un escenario muy diferente: muebles tapados y cubiertos de telarañas y suciedad. De pronto, reconoció un cuadro que ilustraba el retrato de la mujer con la que había pasado la noche. La fecha no dejaba lugar a dudas, fue pintado hacía más de cincuenta años.En ese instante, abandonó la casa no sin antes descubrir su espadín, ya mugriento.


 Cuentan los cronistas de la época que el galán guardia de Corps, tomó este suceso como una llamada del más allá ante su vida licenciosa, y decidió ingresar en un Convento. Parece que durante muchos años el Cristo de la Fe conocido como el Cristo de los guardias de Corps de la Iglesia de San Sebastián, acogió el espadín protagonista de esta leyenda. Y que los guardias portaron su imagen durante las procesiones de Semana Santa. De aquel dudoso amor nunca más se supo.


Otra de las leyendas sobre esta calle ocurrió en una casa en la que habitaban un noble moro y su esposa, mujer de extraordinaria hermosura, quien tenia como amante a un caballero español. Pasaron unos meses y, de la noche a la mañana, desapareció el galán hispano sin que ya mas se supiera de el. Como pasa siempre, al principio se comentó su ausencia y más tarde se le olvidó por completo. Transcurrido el tiempo, falleció el árabe y, entonces, la bella mora descubrió lo acaecido: su esposo había sorprendido juntos a los amantes y dado muerte a su rival. Para dejar impune su acción le habilitó una tumba en el tejado de la misma vivienda. La enamorada, como tributo a su amante, se convirtió al cristianismo y en su recuerdo hizo instalar una cruz de madera en el lugar que fuera durante algún tiempo la tumba del caballero español.


Hasta no hace muchos años, la Casa de la Cruz de Palo estaba a la contemplación del perplejo transeúnte de la calle Sacramento. Por ella todavía, en las noches de luna, vuelve a pasear el fantasma de Emilio Carrere con su capa y pipa inconfundibles, que va diciendo:

 La calle del Sacramento
 duerme en su encantamiento secular.
 Con sus mansiones, sus palacion infanzones
 tan dulces para soñar…


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viernes, 13 de diciembre de 2013

Poemas de Madrid ( Madrid, tienes moriscas las entrañas )


Madrid, tienes moriscas las entrañas. 
Fuiste corte y no fuiste cortesano. 
Y si villa, no ha sido por villano 
que capitalizaste las Españas. 

 Todo lo peregrinas y lo extrañas 
desde tu aldeanismo castellano: 
que Lope hizo gatuno y sobrehumano 
teatro de invisibles musarañas. 

 A la luz que tus aires aposenta 
Cervantes le dio voz, Velázquez brío, 
Quevedo sombras, Calderón afrenta 

 rodeando las llamas su vacío. 
Y Goya con sutil mano violenta 
máscara de garboso señorío. 

 José Bergamín.

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miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿Por qué el nombre de verbena a las fiestas de Madrid?


Verbena, una de las palabras más bellas de nuestro hermoso idioma, es el nombre de una planta medicinal. 


Una de sus variedades más comunes, la Hierbaluisa, se usa en infusión por sus efectos saludables: (febrífugo, sedante, expectorante, antiespasmódico, antirreumático, antineurálgico, útil en cefaleas y migrañas, digestivo, estomacal, para dolores gástricos, diarrea y gases, depurativo, antianémico, diurético, empleado en afecciones renales o hepáticas, relaja los nervios y estimula el ánimo, se usa como aperitivo y para licorería). La verbena ya era conocida por romanos y griegos, que la usaban como una planta sagrada en ceremonias religiosas y ritos mágicos; utilizándola para preparar hechizos, filtros y conjuros de amor, entre otros. Los soldados romanos llevaban habitualmente en sus alforjas tallos de verbena como remedio contra las heridas. Fue también una hierba sagrada para los druidas celtas. 


 Y ahora viene la cuestión: ¿Por qué las fiestas se llaman verbenas? Pues esta es la explicación: Existía la costumbre de recolectar esta planta al amanecer, por eso a quien madrugaba se le decía: ¿Vas a coger la verbena? En la época de las fiestas de Junio (San Pedro y San Pablo y San Juan) los festejos duraban toda la noche y se prolongaban hasta el alba, por eso se les empezó a llamar verbenas. En dichas fiestas de Junio existía la costumbre de acudir de madrugada al cerrillo de San Blas, donde se halla el Observatorio Astronómico, para recoger plantas medicinales, acto que se llamaba "ir de verbena" 


Verbena es una fiesta de carácter popular en que se celebra generalmente en la fiesta de algún santo patrón de una localidad o de un barrio de una ciudad. Suele celebrarse por la noche. Hay baile y tenderetes de golosinas, bebidas y chucherías. A veces la organización de la verbena prepara un concurso de bailes típicos de la zona o de bailes llamados de salón. La palabra verbena, con la que se designa la “velada de regocijo popular que se celebra en la víspera de ciertas festividades”. En algunos lugares de España, como por ejemplo en Madrid, fue costumbre en el pasado acudir al baile con un ramito de verbena en la solapa, lo que daría lugar a que las fiestas más populares acabaran designándose con su nombre. 


En Madrid se celebran verbenas desde muy antiguo en muchos de los barrios tradicionales. Una de las más antiguas es la verbena de San Blas que se celebraba el 3 de febrero con romería a la ermita de San Blas. Se acostumbra a bailar el chotis al son del organillo, se bebe la típica limonada y se tomaban azucarillos con agua y aguardiente. 


Las verbenas más tradicionales son ocho, que comienza el 13 de junio con la de San Antonio en la Ermita de San Antonio de la Florida, el 24 de junio se celebra la de San Juan Bautista en el Prado, el 27 de junio la de San Pedro Apóstol y San Juan en el Prado, el 16 de julio la de Carmen en Chamberí, el 25 de julio la de Santiago en la plaza de Oriente, el 7 de agosto la de San Cayetano en Lavapiés (zona de Cascorro), el 10 de agosto la de San Lorenzo en el mismo Barrio (en el eje de Argumosa y plaza de Lavapiés), y el 15 de agosto la de la Verbena de la Paloma.

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lunes, 9 de diciembre de 2013

FRASES CÉLEBRES SOBRE MADRID. Armando la tremolina

Tremolina: 
1. f. Movimiento ruidoso del aire. 
2. Coloq. Bulla, confusión de voces y personas que gritan y enredan, o riñen.




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domingo, 8 de diciembre de 2013

Piropos Madrileños. Cuando vayas a Madrid chulona mía.


Cuando vayas a Madrid chulona mía, 
voy a hacerte Emperatriz de Lavapiés 
y a alfombrarte con claveles la Gran Vía 
y a bañarte con vinillo de Jeréz.

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sábado, 7 de diciembre de 2013

viernes, 6 de diciembre de 2013

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Piropos Madrileños. ¡Tan gallarda y tan lozana...


¡Tan gallarda y tan lozana 
como el día del bautizo! 
¡Luce ese cuerpo, serrana, 
lleno de garbo y de hechizo!

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martes, 3 de diciembre de 2013

Piropos Madrileños. ¿Quiere usté que se lo diga?


¿Quiere usté que se lo diga de forma que más me entienda? 
¡Pues que el Señor la bendiga 
y la conserve a usté, prenda!

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