jueves, 31 de enero de 2019

El misterio de la Casa de la Cruz de Palo



Hay varias vías del callejero de Madrid que son reincidentes en cuanto a las historias de misterio y terror, posiblemente la que más notoriedad ha alcanzado ha sido la Calle de Antonio Grilo, conocida por los atroces, y repetidos, crímenes que en ella se abordaron. Aún así, conviene tener también muy presente a otra callejuela, la del Sacramento. En sus edificios se han gestado hasta tres macabras leyendas, como la del Guardia de Corps de la que ya os hablé hace tiempo o la que hoy nos ocupa, la de la Casa de la Cruz de Palo.

Para contextualizar este relato debemos remitirnos a tiempos de Felipe II, cuando Madrid acaba de estrenar su nuevo rol como capital del reino. En una de las vivienda de esta calle vivía un matrimonio musulmán. Él mucho mayor que ella quien era conocida entre los vecinos por su excepcional belleza. Según ha llegado hasta nuestros días la pareja disfrutaba de una relación estable hasta entre ellos se interpuso un apuesto cristiano, a quien no le importó entrometerse en el matrimonio con tal de conquistar a la mujer, objetivo que cumplió al tiempo de marcárselo.

Los amantes furtivos aprovechaban la ausencia del marido para dar rienda suelta a sus pasiones, unos encuentros que se repetían cada vez más hasta que en una ocasión el amante no se presentó a su encuentro clandestino. A la chica le extrañó pero no le dio importancia, sí que comenzó a preocuparse cuando, fueron pasando los días y nunca más volvió a tener noticia de su amado, un inexplicable vacío que la sumió en una profunda tristeza.

Ella sufrió en silencio dicha ausencia, sin sospechar lo que averiguaría tiempo más tarde. Cuando su marido falleció, al tiempo optó por realizar una profunda reforma en la casa, lo que le llevó a subir al desván, estancia a la que prácticamente jamás accedía. Allí descubrió, horrorizada, el cadáver de su amante cristiano emparedado en la mismo hogar donde habían llevado en secreto su amor secreto. Al parecer el amante había sido sorprendido en alguna de sus idas y venidas por el furioso esposo quien no tuvo piedad ni clemencia de su enemigo. A partir de ese momento, según nos transmite la leyenda, la mujer decidió convertirse al cristianismo y mandó colocar en el tejado una cruz de palo, para que todos fuesen testigos de su cambio de fe.

Cierta o no, la verdad es que aquella vivienda, junto con su característica cruz, se mantuvo en pie hasta el año 1972 cuando toda esa manzana se derribó para construir el aparcamiento subterráneo que hoy encontramos en la plaza. De hecho, hay quien todavía dice que en las noches de luna llena se puede ver vagando por la Calle del Sacramento al espíritu de aquel malogrado cristiano.

domingo, 27 de enero de 2019

Prudencia Grillo



Prudencia Grillo era una joven y bella dama, hija extramatrimonial de un rico genovés, que vivió en el Madrid de finales del siglo XVI.

Muy aficionada a los asuntos del ocultismo, llegó a serle incoado un expediente por parte de la Inquisición. Caprichosa y enamoradiza, tras muchos devaneos con caballeros galantes y ricos, conoció el verdadero amor por primera vez en la persona del alférez Pagán Doria.

Pero su felicidad duró poco. El alférez fue destinado a la guerra de Túnez, y con gran pena tuvieron que separarse. Antes de partir, Pagán le dijo:

"Si no tienes noticias mías, es que todo va bien; pero si algo malo me pasa, las cortinas de tu cama se moverán y hallarás una señal en el escritorio donde guardas mis cartas"

Una noche, en mitad del sueño, un fuerte ruido hizo que Prudencia se despertara muy asustada.

Encendió una vela y pudo ver con espanto que el cajón de su escritorio había salido despedido contra la pared y sus cartas estaban revueltas por el suelo.

Así supo Prudencia la desgraciada pérdida de su amor.

Tras unos años de vida cortesana, conoció a San Alonso de Orozco y él le animó a entrar en religión.

Prudencia fundó una casa de religiosas en el caserón que había heredado de sus padres y en el cual vivía.

La reina, Margarita de Austria, quiso que aquellas religiosas tuviesen un convento digno y mandó construir el monasterio de Santa Isabel, en la calle del mismo nombre.

La leyenda nos dice que Prudencia quiso que junto al altar hubiera una tumba vacía que llevase el nombre de Pagán Doria, desaparecido en la guerra.

La Leyenda madrileña se basa en hechos que en buena parte son reales y, para su mejor conocimiento histórico recomendamos la investigación realizada por Elvira Meilán:

Prudencia Grillo o el origen cortesano del convento de Nuestra Señora de la Visitación, luego Fundación Santa Isabel la Real de Madrid"

jueves, 24 de enero de 2019

Palacio de la Moncloa



El Palacio de la Moncloa​ es un edificio situado en el noroeste de Madrid, en el distrito de Moncloa-Aravaca. Fue construido de 1949 a 1954 en el mismo lugar que el antiguo Real Sitio de la Moncloa, destruido durante la guerra civil. Desde 1977 acoge la sede de la Presidencia del Gobierno de España y es la residencia oficial del presidente del Gobierno español y su familia. El palacio está dentro de un complejo de edificios destinados a las labores administrativas y gubernamentales.

El Palacio de la Moncloa fue en principio una finca de uso agrario que, por su buena situación, se convirtió posteriormente en una casa-palacio.

Pertenecía, a principios del siglo XVII, a Ana de Mendoza, condesa de Cifuentes y, tras pasar por varios propietarios, fue adquirida por Juan Croy, conde de Sora, siendo conocida a partir de entonces como huerta de Sora.

En 1660 fue comprada por Gaspar de Haro y Guzmán, marqués del Carpio y de Eliche, dueño de la vecina huerta de La Moncloa, nombre que procedía de sus antiguos propietarios, los condes de Monclova, que dio lugar posteriormente a Moncloa, tal como se conoce hoy.

Gaspar de Haro mandó construir en lo alto un palacio, que más tarde sería conocido como Palacio de la Moncloa al quedar las dos propiedades –la huerta de La Moncloa y la huerta de Sora o de Eliche– unidas.

Ambas huertas, junto con el resto de las posesiones que tenía el marqués de Eliche en las inmediaciones, fueron heredadas por su única hija, Catalina de Haro, casada con Francisco Álvarez de Toledo y Silva, X duque de Alba de Tormes.

Tras pasar por diversos propietarios, entre ellos Antonio Joaquín Guerra, marqués de Guerra -de ahí que por un tiempo fuera conocida como huerta de Guerra- fue adquirida en 1781 por María del Pilar Ana de Silva-Bazán y Sarmiento, duquesa viuda de Arcos quien, al morir en 1784, se la dejó a su hija María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo, XIII duquesa de Alba de Tormes y hoy recordada como musa de Goya.

A la muerte de la duquesa en 1802 sin descendencia, Carlos IV adquirió el palacete y la huerta para añadirlos al Real Sitio de la Florida que, a partir de entonces, fue conocido como el Real Sitio de La Moncloa. En 1816, Fernando VII encargó al arquitecto Carlos Isidro González Velázquez que restaurara el palacio.

Treinta años más tarde, la reina Isabel II cedió al Estado toda la propiedad de La Moncloa, que pasó a depender del Ministerio de Fomento. El palacio volvió a ser restaurado por Joaquín Ezquerra del Bayo en 1929, siendo reinaugurado como un museo.

Durante la Guerra Civil el antiguo palacete de La Moncloa fue destruido casi por completo.

Diez años después de su destrucción, el arquitecto Diego Méndez construyó, entre 1949 y 1953, el presente edificio siguiendo el modelo de la Casa del Labrador de Aranjuez. Entonces fue destinado a residencia oficial de jefes de Estado en visita a España y altas personalidades.

Por ley de 15 de julio de 1954, el Palacio de la Moncloa y sus jardines, con una extensión de 58 293,81 metros cuadrados y lindante por los cuatro puntos cardinales con terrenos de la Ciudad Universitaria de Madrid, fue integrado en el Patrimonio Nacional. El actual palacio es, pues, en su mayor parte, una reconstrucción del antiguo palacete, llevada a cabo durante los años cincuenta del pasado siglo. En la reparación se emplearon varias columnas procedentes del claustro del Palacio Arzobispal de Arcos de la Llana, en el valle burgalés del río Cavia, que en otros tiempos fue residencia veraniega de los obispos de la diócesis de Burgos, que lo regalaron a Francisco Franco. Así, las doce columnas –«arrancadas de cuajo y sin miramientos»– que antaño «vertebrasen el claustro» del palacio burgalés configuran hoy la imagen del llamado Salón de Columnas, antiguo patio, de la residencia oficial del presidente. El nuevo diseño se adaptó a las nuevas funciones asignadas al palacio, que fue inaugurado por Franco en 1953. El 3 de junio de 1954 llegó el primer jefe de Estado extranjero huésped del palacio, Rafael Leónidas Trujillo. El 28 de noviembre de 1976 llegó el último, Carlos Andrés Pérez.

En 1977, el presidente Adolfo Suárez trasladó la sede de la Presidencia del Gobierno, ubicada hasta entonces en el céntrico Palacio de Villamejor, a La Moncloa. El cambio se produjo, fundamentalmente, y dada la apartada ubicación del palacete, alejado del centro de Madrid, por motivos de seguridad, ante la preocupación de que se produjera un atentado contra el joven presidente, recién designado por el rey Juan Carlos I. Con la nueva sede se estableció también en el Palacio la residencia oficial para el Presidente y su familia, hasta entonces inexistente.

El Salón de Columnas del palacete original fue testigo en 1977 de la firma de los históricos Pactos de la Moncloa, pactos entre sindicatos, partidos políticos y patronal en el contexto de la Transición.

Con el tiempo, y dadas las crecientes funciones que la Presidencia del Gobierno ha ido asumiendo con el modelo político de la Constitución de 1978, se hicieron necesarios equipamientos adicionales que, con el fin de salvaguardar la integridad arquitectónica del palacete original, se han ido construyendo en el recinto periférico, formándose de este modo el conocido como "Complejo de la Moncloa".

La decoración de la residencia presidencial ha cambiado con el paso del tiempo, pero se mantienen ciertos elementos de la decoración neoclásica que tuvo en origen, sustancialmente rehecha en la posguerra.

Algunos objetos de gran importancia histórico-artística decoran las estancias, destacando pinturas de Anton Raphael Mengs, Fernando Brambila o Joan Miró, muebles de diversos estilos, tapices de la Real Fábrica y una curiosa lámpara-reloj, obra única debida al relojero François-Louis Godon,​ que estuvo al servicio de los reyes de España en el siglo XVIII.

El palacete original y sus jardines pertenecen al Patrimonio Nacional español, y están catalogados como Bien de Interés Cultural. La distribución botánica y el sembrado de estos últimos data de tiempos del rey Carlos III, y están atribuidos a Francisco Antonio Zea, que fue director del Real Jardín Botánico. Más tarde fueron rehabilitados por el paisajista Javier Winthuysen, que dio realce a las fuentes y esculturas decorativas.​ Otra importante reforma fue realizada a principios del siglo XX por el jardinero Cecilio Rodríguez, autor de numerosas obras en Madrid, como los Jardines de Sabatini del Palacio Real, o la famosa Rosaleda del Parque del Retiro.

El palacio se halla situado junto a la Ciudad Universitaria de Madrid y rodeado por una serie de edificios que incluye, en torno al espacio aislado del palacio original y sus jardines, empleados hoy como vivienda presidencial, otro círculo más amplio y también protegido, que acoge otros edificios vinculados a la Presidencia del Gobierno. Los principales son, por su tamaño, dos: el edificio del Ministerio de la Presidencia, que alberga también la sede de la Vicepresidencia del Gobierno y que es el único visible desde el exterior; y el edificio del portavoz del Gobierno, que acoge los servicios de comunicación del Gobierno y su presidencia. Estos edificios constituyen, junto con la vivienda presidencial y un discreto pabellón del Consejo de Ministros, el conocido como "Complejo de la Moncloa". Así, dentro de éste, el palacio y sus jardines están vallados y aislados del resto, preservándose la intimidad del presidente y su familia. Sólo el pabellón de Consejos, construido para albergar las reuniones del Gobierno, y algunos despachos y salones funcionales destinados al uso del presidente del Gobierno y sus colaboradores más cercanos, se hallan incluidos en el recinto mismo del palacio.

El Complejo está formado por trece edificios y tiene veinte hectáreas de superficie. La parte privada está situada en la planta superior del edificio principal, ya que la baja se destina a actos oficiales.

Según se entra en el edificio a la derecha se encuentra un despacho donde el presidente recibe a sus visitantes. Al fondo a la derecha se encuentra un despacho de trabajo del presidente, precedido de una biblioteca con ventanal sobre el jardín trasero. Esto está en una de las alas del famoso Salón de Columnas, que antes era un patio y que fue cubierto en 1970 para la visita de Richard Nixon.

A su vez, todos los edificios del complejo presidencial están comunicados entre sí a través de un búnker subterráneo que se construyó tras el golpe de Estado del 23-F, como prevención de seguridad para el Gobierno y su presidente. Este búnker acoge también una sala de prensa y un estudio de radio, con el fin de garantizar la comunicación del Gobierno en cualquier eventualidad, por grave que esta sea. En cualquier caso, el búnker es utilizado habitualmente como nexo interior de los distintos edificios.

El complejo, que incluye una amplia extensión de jardines, aparte de los originales del palacete histórico, dispone también de un helipuerto reservado para el presidente del Gobierno.

La totalidad de edificios y jardines que comprende el "Complejo de la Moncloa" configura una de las más amplias extensiones de terreno reservados a una Jefatura de Gobierno en Europa. Su superficie se halla, salvo expresa autorización militar, vetada a cualquier sobrevuelo civil o comercial, y su custodia está encomendada al servicio de seguridad de la Presidencia del Gobierno, autónomo y directamente subordinado a la Secretaría General de la Presidencia del Gobierno.

lunes, 21 de enero de 2019

Asilo de lavanderas



El Asilo de Lavanderas de Madrid (España), fue una institución benéfica creada en 1871 por la reina María Victoria,​ esposa de Amadeo de Saboya.

Inaugurado en enero de 1872,​ estuvo atendido por las Hijas de la Caridad, y su primer edificio se levantó cercano al río, en la glorieta de San Vicente, donde las que ejercían este oficio podían "dejar a sus hijos menores de cinco años", mientras ellas trabajaban.​ Con capacidad para unos 300 niños, también disponía de un pequeño hospital de seis camas para las lavanderas accidentadas.

El viejo asilo fue destruido durante la guerra civil, pero en 1944 se construyó uno nuevo en la intercesión del Paseo Imperial con el Paseo de los Pontones, usado como casa de caridad hasta principios de la década de los setenta. Abandonado durante dos décadas, se dispuso la rehabilitación del edificio en 1980, dedicando su espacio a servicios municipales.

Inaugurado seis meses después de la colocación de la primera piedra y también llamado la “Casita del Príncipe” (pues se usaron para su construcción las 25.000 pesetas asignadas por el Estado al heredero de la Corona), se levantó frente a la Puerta de San Vicente, cruzando el Paseo de la Florida en dirección al río, en el espacio que anteriormente ocupaba la fuente de los Mascarones.

Construido en madera y obra, en planta de 'U', con dos alas formando un pequeño jardín presidido por una balconada con una pequeña torre y un campanil en su centro. Dentro, superado el jardín se podía llegar al oratorio. El edificio disponía de dos departamentos, uno para niños lactantes, con cunas de hierro y un aula, y la sala-hospital para las lavanderas junto a la de urgencias.​ Se aceptaban niños a partir de los dos meses de edad y hasta los cinco años, que eran cuidados y alimentados por ocho hermanas de la Caridad. 

La institución fue respetada por los gobiernos que sucedieron el breve reinado de Amadeo I, aunque no así la guerra civil. Aunque se construyó un edificio nuevo en 1944, habiendo desaparecido prácticamente el oficio de lavandera y habiéndose transformado el río con las obras de canalización, sus dependencias fueron dedicadas a la caridad infantil en general.




jueves, 17 de enero de 2019

Calle de Provisiones



La calle de Provisiones se encuentra entre la calle del Amparo y la calle de Embajadores.
Primero se llamó calle del Amor de Dios Baja, para diferenciarla de otra de igual nombre que aún existe hoy. En el plano de Chalmandrier figura como calle del Tinte.
Desde 1835 se denomina Provisiones porque al final de esta calle estaba, en la época de Fernando VII, el edificio donde se guardaban las vituallas para el ejército. Este edificio se transformó tiempo después en la Fábrica de Tabacos de Embajadores. 

En una corrala de la calle de Provisiones, se halla un viejo pozo, ya sin uso, al que los viejos vecinos del barrio conocen como "el pozo de Luis Candelas".
El pozo ya no se usa y en su brocal de granito han plantado unas hiedras que crecen alegremente.
Dice la leyenda que en este pozo era donde el célebre bandolero madrileño escondía el botín que luego repartía entre los pobres de su barrio.

En una corrala de la calle Provisiones, en Lavapiés, se halla un viejo pozo, ya sin uso, al que los viejos vecinos del barrio conocen como "el pozo de Luis Candelas" El pozo ya no se usa y en su brocal de granito han plantado unas hiedras que crecen alegremente.
En este pozo era donde el célebre bandolero madrileño escondía el botín que luego repartía entre los pobres de su barrio.

La historia, con visos de leyenda, me parece muy bonita, y más en estos tiempos en que se hace justicia al revés, es decir, se le quita el dinero a los pobres para dárselo a los ricos.
No hay datos para afirmar que Luis Candelas repartiese el botín con los pobres, pero sin duda fue un bandolero muy popular, que nunca usó la violencia, solamente el ingenio, y que aligeraba el bolsillo de una clase aristocrática que vivía en la opulencia y mantenía al pueblo en la miseria.

El mito del bandolero madrileño de comienzos del siglo XIX permanece vivo en el barrio que le vio nacer. En Inglaterra han sacado un gran partido al mito de Robin Hood, cuya mera existencia es bastante improbable. Allí hay una gran industria montada en torno a este personaje legendario (cine, literatura, parques, recuerdos...)

Y yo...pues, hombre, a veces pienso que no sería mala idea que le sacásemos un poco de jugo a este mito madrileño, mucho más divertido y evocador que el del cansino arquero de Sherwood.

sábado, 12 de enero de 2019

Fiesta de la Natividad de la Virgen del Puerto



Las fiestas de la Natividad de la Virgen del Puerto (denominada popularmente como Fiestas de la Melonera) son unas fiestas dedicadas a la Virgen del Puerto, se celebran en el distrito de Arganzuela (Madrid, España) a mediados de septiembre (generalmente del 11 al 14). Tiene una cercanía temporal con la celebración litúrgica de la Natividad de Nuestra Señora (8 de septiembre). Tradicionalmente han venido siendo el cierre de las verbenas veraniegas tradicionales madrileñas. El centro religioso se presenta en la Ermita de la Virgen del Puerto y el eje de celebración coincide con la avenida del Manzanares (en la actualidad, Madrid Río). La procesión que se realizaba desde la ermita finalizaba en una merienda colectiva de melones y sandías que se encontraban a la venta a lo largo de la orilla del río Manzanares, este fenómeno acabó dando el nombre popular a la festividad. En 1983 se resucitaron de nuevo en el barrio de la Arganzuela, tomando como eje festivo el Paseo de la Chopera.

Las celebraciones en España, por estas fechas del mes de septiembre, se suelen centrar en las tareas agrícolas de la vendimia. Sin embargo las celebraciones de esta Virgen quedan desvinculadas del ambiente rural. El 8 de septiembre se acostumbraba acudir a la misa celebrada en la ermita y posteriormente se sacaba adornada en flores, y en procesión, una imagen muy venerada de la Virgen del Puerto.​ La denominación popular de la melonera se debe a la existencia de puestos de venta callejeros de melones y sandías cercanos al río, sobre todo al puente de Segovia (uno de los principales puntos de acceso a la capital), a mediados de septiembre. A comienzos del siglo XX estos festejos coincidían con la llegada a Madrid de estas frutas. En los inicios, tras la procesión religiosa se celebraba una verbena con los melones y sandías de los puestos cercanos. Este fenómeno festivo concedió el nombre a la celebración.

La imagen fue trasladada desde Lisboa, huyendo de la invasión árabe, a una ermita de Plasencia. La imagen fue descubierta en el siglo XV por un pastor. El nombramiento de la Virgen como patrona de Plasencia se debe al papa Pío X. La construcción de la ermita junto al río fue patrocinada por el rey Felipe V abriendo y popularizando los caminos de acceso a Madrid, como es el camino del Pardo. Las trazas de la ermita se encargaron al arquitecto Pedro de Ribera. Finalmente las obras de la ermita, siempre bajo la vigilancia del primer marqués de Vadillo, se finalizan el 10 de septiembre de 1718 con una copia de la Virgen del Puerto placentina. La ermita es pronto destino de populares romerías veraniegas (generalmente de emigrantes asturianos o gallegos) debido a los parajes frondosas alamedas que supone la ribera del río Manzanares.

El óleo Baile en la Virgen del Puerto, del pintor romántico barroco Manuel Rodríguez de Guzmán, describe la romería a la Virgen del Puerto. Este cuadro se encuentra en el Museo Romántico de Madrid. En el siglo XIX la romería se transformó en verbena. A mediados y comienzos del siglo XIX las verbenas se celebraron en las praderas de las Vistillas. La imagen de la Virgen fue destruida durante la Guerra Civil debido a la cercanía y virulencia de los frentes de batalla que hubo en sus cercanías. La talla de la Virgen se encargó a Víctor González Díaz. En 1945 se aprobó la cofradía de La Virgen del Puerto. La verbena fue recuperada en el año 1983 y su primer pregón fue leído por el alcalde Enrique Tierno se celebró desde el 3 al 11 de septiembre en la Plaza de Peñuelas y en otros espacios públicos de Arganzuela.

a cultura popular madrileña celebra esta verbena como la última del periodo veraniego, precisamente coincidiendo en fechas con la natividad de la Virgen (8 de septiembre). Existe un refrán español que indica el periodo de cierre veraniego de la festividad:

"Cuando la Virgen (melonera) viene, la golondrina se va"

Los actos festivos tenían lugar, a finales del siglo XX, en el Recinto Ferial Parque de la Arganzuela e incluían como actividades principales competiciones deportivas temáticas, conciertos de música en directo, etc. A comienzos del siglo XXI, en el mes de septiembre y con Madrid Río, se celebran en todos los centros culturales de la orilla del río diversos Festivales de Otoño entorno a la Fiesta de la Melonera. Al igual que otras verbenas madrileñas veraniegas se celebran concursos públicos de mantones de Manila, los bailes populares de chotis, etc. Las celebraciones incluyen en las verbenas fuegos artificiales, actuaciones de grupos musicales.

miércoles, 9 de enero de 2019

Arrabal de San Millán



La calle de Toledo, eje del primitivo arrabal de San Millán, en un grabado de Federico Ruiz, «Madrid, vista de la calle de Toledo desde San Millán», publicado en la revista El Museo Universal el 1 de noviembre de 1863.
El arrabal de San Millán fue una barriada extramuros del primitivo Madrid amurallado, situada en torno a la actual calle de Toledo como poblamiento anejo a la ermita de San Millán convertida más tarde en iglesia.​ El arrabal y su posterior ampliación a partir del siglo xv se extendían a ambos lados de la «çerca» de San Millán y el portillo del camino de Toledo,​ poco más abajo de la dehesa de la Encomienda, espacio que en el siglo xxi ocupa la plaza de la Cebada y traza al este la calle de San Millán, que tomó el nombre de la citada ermita. Todo ello en la entonces franja o «banda meridional», al sur de la ciudad medieval, y en el umbral histórico de los barrios gremiales de la zona conocida como el Rastro de Madrid. Se considera como el último arrabal de Madrid anterior a las sucesivas ampliaciones de la Villa convertida ya en capital de la corte española a mediados del siglo xvi.

El arrabal de San Millán tomó su nombre de la ermita dedicada a ese santo, que existió frente al hospital de la Latina (fundado en 1499),​ y que según algunas fuentes antiguas era un enclave religioso anterior a la conquista de Madrid por el rey Alfonso VI.​ Se describe en esos textos como terrenos y viñedos del mayorazgo Francisco Ramírez, esposo de Beatriz Galindo.

Montero Vallejo documenta las primeras casas habitadas, fuera de la muralla, junto a Puerta Cerrada, en tiempos de Juan II de Castilla.​ El arrabal tomó cuerpo con las casas de Juan Alfonso de Villamad, documentadas en 1449 muy cerca de las eras de la Cebada. También creció al otro lado del camino de Toledo entre «eras y campos de labor», en torno al postigo de San Millán, cercano a la ermita homónima y documentado en 1478.​ Más tarde la tapia del arrabal, en este sector será rastreada arqueológica o documentalmente siguiendo la calle de Barrionuevo, y por la de San Millán hasta topar con la muralla a la altura de la actual estación del metro de La Latina.

Por su parte, Mesonero Romanos, en sus Paseos histórico-anecdóticos por las calles y casas de esta villa, traza su recorrido por el arrabal de San Millán en el espacio urbano contenido entre el tramo alto de la calle de Atocha, la plazuela de Antón Martín y la plaza de la Cebada, a la altura de puerta de Moros. En ese conjunto, visitado por el escritor y cronista madrileño mediado el siglo xix, aparecen descritas las calles de las Urosas, Relatores, Magdalena, la Merced (y su convento fundado en 1564), siguiendo luego por las vías del Barrionuevo y la Concepción Gerónima y dejando a un lado la antigua Cárcel, sigue su paseo por la calle de la Colegiata y la del Duque de Alba hasta la vía principal del camino de Toledo, donde visita el colegio imperial de la Compañía de Jesús, el contiguo templo de San Isidro el Real, y más allá, el Hospital de la Latina y el monasterio de la Concepción Franciscana, fundado también por Beatriz Galindo en 1512 para monjas de esa orden.