miércoles, 10 de enero de 2018

El demonio de la Puerta del Sol



El rey Carlos III encargó la construcción a Jacques Marquet en 1768, decisión que no aceptaron algunos sector de la sociedad.

En la confluencia entre la Puerta del Sol y la calle Carretas, en el edificio que sostiene el popular reloj -hoy sede del gobierno autinómico-, se levanta un edificio de 1768 que guarda una misteriosa leyenda respecto a su construcción. La misma tiene que ver con el arquitecto elegido para tal caso, el francés Jacques Marquet, y el sentimiento generalizado de rechazo ante las formas y políticas recientes del rey Carlos III.

En el registro sobre la gente que trabajó en su construcción, figura sin explicación aparente el nombre de un sacerdote: el Padre López. En principio, no hay razonamiento respecto al por qué aparece una personalidad de tal cargo entre albañiles, picapedreros, arquitectos y demás personal; pero lo cierto es que, aunque con ciertas reservas, sí tiene explicación. Explican Marco y Peter Besas en su libro Madrid Oculto (Ediciones La Librería. 2010) que el Padre López figura por un encargo del propio arquitecto Marquet.

El Diablo más patriota

Según narra la leyenda, el Diablo se apareció en varias ocasiones ante los trabajadores y les instó a abandonar el edificio, pues éste estaba maldito y su construcción obedecía a intereses ocultos y demoníacos. Las prácticas oscuras, aterrorizaba el supuesto Lucifer, provenían de Jacques Marquet y eran del todo antipatrióticas. El francés, harto de la estúpida superstición, contrató al párroco para que exorcizar el inmueble. Así, López liberó del Maligno cada rincón del edificio, y los obreros recuperaron la confianza para continuar con sus labores.

Como es evidente, ningún demonio ocupó el lugar; y la explicación remite fundamentalmente a que el arquitecto español Ventura Rodríguez fue olvidado. Quizá Rodríguez se compinchara con alguno de los operarios para infundir el miedo y hacerse cargo del edificio o quizá fuera la consecuencia de la «modernización» de Madrid por Carlos III, pero lo cierto es que el hecho de que el autor de la construcción fuera de origen galo tiene mucho que ver.


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