domingo, 29 de octubre de 2017

El demonio de la Casa de Correos



Durante la construcción de la Puerta del Sol bajo el reinado de Carlos III, los sucesos paranormales se producen desde el primer día de obras. La creencia popular aseguraba que el demonio se aparecía entre los albañiles para decirles que el edificio que estaban levantando estaba maldito y que, por tanto, pasaba a manos de su legítimo propietario: Satanás. Los obreros se negaron a seguir trabajando e hicieron saber de la situación a sus superiores, que pusieron en conocimiento de la Inquisición los hechos.

La Puerta del Sol es, quizá, el espacio más conocido de Madrid. Epicentro de una ciudad que nunca descansa, esconde multitud de anécdotas y curiosidades tras las fachadas de sus edificios. El más famoso, la Real Casa de Correos que sostiene el popular reloj, lleva allí desde tiempos de Carlos III. El «rey alcalde» ordenó levantarla en 1768. Durante su construcción, ocurrieron una serie de sucesos en el interior que atemorizaron a los obreros hasta tal punto que se negaron a proseguir con sus trabajos.

Ante la gravedad de los hechos, el arquitecto Jacques Marquet –elegido por Carlos III para diseñar el edificio– se vio obligado a solicitar los servicios de la Santa Inquisición para tranquilizar a los albañiles. El francés contrató a un exorcista para limpiar los demonios de cada rincón de las obras. El nombre de ese cura aparece incluso en los pliegos de contratación de la Real Casa de Correos: el padre López.

Para algunos eruditos, la historia responde cuestiones paranormales que escapan a la razón. Sin embargo, otros autores como Marco y Peter Besas en su libro Madrid Oculto (Ediciones La Librería. 2010) aseguran que el padre López fue contratado para contrarrestar una conspiración contra él con el objetivo de infundir el miedo entre sus trabajadores por ser francés. Algunos van incluso más allá y señalan como posible ideólogo de la terrorífica historia al arquitecto español Ventura Rodríguez en las antípodas de la «modernización» de Madrid ideada por Carlos III.



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