domingo, 29 de abril de 2018

Calle del Nuncio



La calle del Nuncio es una vía del barrio de la Latina en el casco histórico de la ciudad española de Madrid. Debe su nombre a la circunstancia de que en ella residieran hasta mediado el siglo XX, los embajadores apostólicos del Vaticano.​ Corre desde la plaza de Puerta Cerrada hasta la costanilla de San Pedro y en su trazado irregular incluye el apéndice de la travesía del Nuncio, callejón que la une con la calle de Segovia.

Por su influencia y antigüedad hay que mencionar el Palacio de la Nunciatura, en cuyo antiguo solar tuvieron casas linajudos madrileños como Mencía de la Cerda, marquesa del Valle, Catalina Luján, y Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias, que habiendo sido favorito de Felipe III de España, murió degollado en la Plaza Mayor el 21 de octubre de 1621, al comienzo del reinado de Felipe IV.​ Después de una reestructuración de algunas casa entre 1650-75,​ la Santa Sede compró algunas fincas para sede de Tribunal de la Nunciatura en la capital de España. Una inscripción que se conserva en el zaguán recuerda que aquel primer edificio fue obra del arquitecto José de Villarreal, hasta que al inicio del siglo XVIII, el nuncio Pompeyo Aldrovandei compró el resto de las fincas y encomendó la reforma de la sede a Manuel de Moradillo, obra llevada a cabo hacia 1735; la planta de la construcción resultante "se distribuye entorno a un patio rectangular al que se accede por un vestíbulo de entrada, y en donde destaca la galería de la planta baja cubierta por bóvedas de arista".​ Tras la creación del Tribunal de la Rota por el papa Clemente XIV, el 26 de marzo de 1771, se le habilitó espacio en la planta baja del Palacio. En 1932, cuando la Segunda República dictó la secularización del matrimonio, quedó obsoleta la eficacia a las sentencias de los tribunales eclesiásticos y se desmanteló temporalmente el Tribunal de la Rota, que tras la Guerra Civil Española, el gobierno franquista rehabilitó el 7 de abril de 1947 con la bendición del papa Pío XII. En 1958, Ministerio del Ejército se hizo cargo del palacete, conservando un espacio para el Tribunal de la Rota, e instalando en 1960 la Vicaría General Castrense. El 1 de enero de 1988, dicha Vicaría tomó el nombre de Arzobispado Castrense de España. Desde finales del siglo XX se encuentra protegido por el Plan Especial de Protección y Conservación de Edificios y Conjuntos de Interés Histórico-Artístico de la Villa de Madrid.

El cronista Ramón de Mesonero Romanos en su descripción de algunas casas y familias que habitaron esta calle del Nuncio o su travesía, poco después de situar la Nunciatura deja noticia de la que fue llamada Casa de Santiesteban:

La casa que hace esquina y vuelve a la calle del Nuncio, hoy palacio y tribunal de la Nunciatura Apostólica, perteneció también a la familia de Vargas, y por casamiento de una señora de esta familia (D.ª Inés de Vargas Carvajal y Trejo, bisnieta del licenciado Francisco de Vargas) con el célebre ministro D. Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias, llegó por esta razón a ser propiedad de aquel desdichado valido. En la manzana inmediata, entre dichas calles del Almendro y del Nuncio, y la antigua de la Parra (hoy costanilla de San Pedro), dando frente a la puerta de la antiquísima parroquia de esta advocación, se ve otra casa principal, de sólida construcción y regular forma, conocida por la casa de Santisteban, apoyada por uno de sus costados en el pretil a que da su nombre. Este importante edificio, que lleva uno de los títulos del célebre condestable D. Álvaro de Luna y de su hijo D. Juan, nacido en Madrid en 1435, y hoy posee el Sr. Duque de Medinaceli y de Santisteban, debe también tener su historia, que no nos ha sido posible averiguar. Anteriormente tuvo, según Quintana, una torre muy grande, que hoy no existe.

El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid identifica el inmueble, sito en el nº 17, como una antigua casa de postas construida hacia 1742, y a su arquitecto como Gabriel González. Posteriores prospecciones arqueológicas en estos recintos han aportado valiosos e interesantes datos sobre la evolución histórica de esta calle de Madrid.

En la esquina de la costanilla de San Pedro con esta calle del Nuncio y vuelta a la calle de Segovia se encuentra la antigua iglesia de San Pedro el Real, mejor llamada de San Pedro el Viejo, para distinguirla de la que con el mismo nombre se adscribe al moderno templo de la que popularmente se conoce como iglesia de la Paloma. Hay que especificar que la primitiva parroquia madrileña dedicada a San Pedro estuvo más arriba de esta encrucijada del Nuncio con la costanilla, aproximadamente junto a la fontana de Puerta Cerrada, de donde fue traído el templo medieval por disposición de Alfonso XI de Castilla, tras su victoria en Algeciras en 1344.

También la remozada casona del siglo XVII que ocupa el número 8, frente al Arzobispado Castrense, se ha habilitado como sede de la Federación Española de Municipios y Provincias.

Al inicio del siglo XXI se conserva en el número doce de esta calle, en lo alto de la escalerilla de la travesía que baja hasta la calle de Segovia, el café que lleva su nombre.

miércoles, 25 de abril de 2018

Doña Manolita



Doña Manolita atendiendo su establecimiento en 1929.

Cola para adquirir lotería de Navidad en el local de la calle del Carmen de Doña Manolita. Doña Manolita es un negocio de administración de lotería (la número 67) ubicado en la ciudad de Madrid, probablemente el más famoso de toda España.

Historia


Doña Manolita comenzó su actividad en 1904 en la calle San Bernardo de Madrid.​ Sus fundadoras fueron Manuela de Pablo (1879 - 7 de mayo de 1951)​ conocida popularmente como Doña Manolita, que dio nombre al negocio, y sus tres hermanas. El establecimiento pronto cobró enorme popularidad, por la cantidad de premios repartidos, entre los estudiantes de la entonces vecina Universidad Central de Madrid.​ Su fama se extendería más adelante por toda la ciudad6​ y Doña Manolita se convirtió en uno de los personajes más populares del momento

En julio de 1931 se trasladó a la Puerta del Sol y a la calle Gran Vía 31.​ Tras el fallecimiento de Doña Manolita, la sede de la Puerta del Sol, esquina con la calle Arenal, con el nombre de Hermana de Doña Manolita pasó a su hermana Carmen, quien a su vez lo legó a su hijo siendo finalmente vendido a otra familia en el año 1987.​ La sede de Gran Vía se ha mantenido hasta 2011, cuando la administración anunció su traslado a la vecina calle del Carmen.

Su imagen está especialmente asociada al Sorteo Extraordinario de Navidad. Por basarse en la superstición y la cultura popular, muchos la consideran como un auténtico símbolo de la ciudad de Madrid. Ha sido incluso mencionada en obras literarias y canciones de célebres intérpretes españoles como Joaquín Sabina, en su tema A la sombra de un león (1986) o Concha Piquer, en Mañana sale (1958)​ y su nombre evoca a los madrileños las fiestas de Navidad.

El actual propietario es Juan Luis de Castillejo y Bermúdez de Castro, Conde de Cabrillas.



miércoles, 11 de abril de 2018

Tabacalera de Madrid



Tal vez estemos ante uno de los edificios con más historia de Madrid y uno de los menos conocidos pero que a la vez está lleno de vida. Hablamos de la antigua Fábrica de Tabacos de Madrid, en la glorieta de Embajadores, en el barrio de Lavapiés, que hoy es la sede del Centro Social Autogestionado La Tabacalera. Pero no comencemos por el presente. Vamos a echar la vista atrás primero para dar un paseo por su historia.

Sus orígenes.

Este edificio se terminó en 1790, dos años después de la muerte de Carlos III, el rey que lo mandó construir. Se inauguró, por tanto, durante el reinado de su hijo y sucesor Carlos IV. Si atendemos a su estilo, se trata de un buen ejemplo de arquitectura industrial del siglo XVIII ya que responde tipológicamente al modelo de instalaciones manufactureras de esa época, tratándose desde la lógica de localización funcional y la organización jerárquica del espacio. Su autor es el arquitecto Manuel de la Ballina.

El edificio es de forma rectangular con cuatro plantas. La fachada principal tiene balcones y ventanas y tres buenas portadas. La del centro es la principal, adornada con 2 pilastras dóricas con triglifos en el cornisamento que sirve de base a un balcón principal en cuyo guardapolvo puede verse un escudo de armas. Tiene un corralón contiguo, rodeado por una tapia, que da a la glorieta.

Iba a ser una fábrica de aguardientes.

El terreno donde se asienta pertenecía a la Comunidad de Clérigos Regulares de San Cayetano, y la Real Hacienda de su Majestad se lo compró en 1781. El edificio se llamó en un principio Real Fábrica de Aguardientes, pues se había construido para dar salida a los productos estancados del monopolio del Estado español, como el aguardiente. Pero su fabricación allí duró poco tiempo porque se le concedió a la condesa de Chinchón, que dio nombre al anís precisamente. Así, el edificio se quedó en desuso al poco de haberse construido.

Llega Napoleón y sus tropas.

En 1808, el ejército de Napoleón se encontraba en España. En Madrid, se acuartelaron en varios edificios, uno de los cuales fue esta fábrica, que ya estaba cerrada porque ya no cumplía su misión, tal y como se ha explicado anteriormente.

Para los soldados era importante el tabaco y, aunque tenían una cantidad suficiente de hojas de esa planta, faltaba mano de obra que la convirtiera en cigarros aptos para el consumo. Sin embargo, en el barrio de Lavapiés había muchos talleres clandestinos de tabaco en el que las mujeres, las llamadas cigarreras, se encargaban de ello.

Por eso, el entonces rey José Bonaparte decidió contratar a 800 de esas cigarreras que hasta el momento habían trabajado en la clandestinidad. Era abril de 1809. Para que nos hagamos una idea de la evolución de la fábrica, en 1853 el número de obreras era ya de 3.000 y en 1890, 6.300.

Las cigarreras.

La fábrica fue durante más de un siglo el escenario de vida y trabajo de miles de mujeres conocidas popularmente como las cigarreras, tal y como hemos mencionado. Al final, las cigarreras eran conocidas en toda la ciudad y se convirtieron en un personaje más del Madrid más costumbrista, personajes pintorescos, vaya, al mismo nivel incluso que las célebres manolas y chulaponas. Esos personajes tenían siempre un común denominador: mujeres de espíritu rebelde, independientes y apasionadas. Su presencia se idealizó al tiempo que su existencia favoreció la desvalorización social del trabajo de las cigarreras, ocultando tras de sí un protagonismo y una experiencia laboral emblemáticos.

El edificio fue adaptado en sus sucesivas reformas a ese trabajo eminentemente femenino, como la puesta en marcha de una escuela-asilo para los hijos de las cigarreras; o los diferentes lugares destinados a la lactancia que ha conocido la historia de la fábrica, como la llamada sala de leche, establecida en los años veinte en la portería de mujeres, y la habitación con cunas y camas para los hijos de las operarias, improvisada junto a los talleres de puros en la última planta del edificio durante la Guerra Civil.

Hoy, el edificio es un centro de movimientos sociales muy importante pero no deja de ser la herencia de lo que fue gracias a las cigarreras.

Como mujeres trabajadoras reclutadas desde niñas por sus propias madres y abuelas, las cigarreras manifestaron una temprana conciencia social y una sorprendente capacidad de movilización y lucha obrera. Célebre fue su motín de 1830 con el que hicieron temblar a las autoridades, según las crónicas de la época. La presencia y solidaridad de las cigarreras se hizo habitual en manifestaciones públicas, populares motines de subsistencia, protestas de carácter político, de estudiantes o en las numerosas muestras de apoyo ante las frecuentes tragedias que azotaban a las clases trabajadoras madrileñas. Además, participaron y dinamizaron la vida del barrio, que es el objetivo que hoy se persigue con su nueva vida.

El presente.

Según podemos leer en la propia página web del Centro Social Autogestionado La Tabacalera, el edificio (de titularidad pública, adscrito al Ministerio de Cultura y patrimonio histórico catalogado como Bien de Interés Cultural) se desocupó definitivamente en el año 2000 y quedó abandonado durante diez años de progresivo deterioro y nulo mantenimiento.

El Ministerio de Cultura aprobó que en 2009 fuera la nueva sede de los museos de Reproducciones Artísticas y Artes Decorativas, proyecto que nunca se llegó a finalizar debido a la falta de fondos.


Así, el edificio fue ‘tomado’ por las entidades sociales del barrio para convertirlo en un centro social.

Tras el proyecto fallido, el Ministerio de Cultura propone a la asociación cultural SCCPP que realice un proyecto artístico-cultural en el edificio. Esta asociación, que había participado de los debates ciudadanos sobre el futuro del edificio, extiende la propuesta a otros colectivos y habitantes del barrio de Lavapiés y acepta el encargo de la DGBA, firmando un contrato de un año por el que se compromete a desarrollar un proyecto llamado Centro Social Autogestionado La Tabacalera, utilizando 9.200 metros cuadrados de los 30.000 con que cuenta el edificio.

Hoy, la asociación LTBC, articulada como proyecto autónomo, tiene cedido el uso del edificio a través de la participación ciudadana y lo ha convertido en “un centro cultural que entiende la cultura como una noción que abarca las capacidades creativas y sociales de la ciudadanía”. Según la entidad, “dichas capacidades comprenden no solo la producción artística, sino también la acción social, el pensamiento crítico y la difusión de ideas, obras y procedimientos que buscan expandir y democratizar la esfera pública”.

En la actualidad, en el edificio se llevan a cabo decenas de actividades en las que todo el mundo puede participar.

viernes, 6 de abril de 2018

El Corte Ingles



El Corte Inglés es el principal grupo de distribución comercial de España, y ocupa el puesto número 40 en el ranking mundial por volumen de ventas, que en 2011 rondaron los 16.000 millones de euros. El grupo se compone de diferentes empresas relacionadas con todos los ámbitos de la distribución minorista, entre ellas, la que gestiona el formato de grandes almacenes de la enseña El Corte Inglés, subsector en el que la empresa española se sitúa como líder a nivel europeo y tercero a nivel mundial.

La compañía cuenta con establecimientos de todo tipo de formatos comerciales (grandes almacenes, hipermercados, supermercados, tiendas de conveniencia, tiendas de moda, agencias de viajes, tiendas de informática, ópticas, tiendas de bricolaje...) repartidos por toda España y Portugal. Se trata además de la empresa privada española con un mayor número de empleados, contando con una plantilla en torno a 100.000 trabajadores (y de los que el 93% son fijos).

La marca El Corte Inglés es además una de las más prestigiosas y valoradas de España y del mundo: en nuestro país ocupa el cuarto puesto del ranking de marcas con mayor valor, y a nivel internacional el puesto número 95 según la estimación realizada por Coleman CBX y Brand Finance en el año 2010, quienes otorgaron a la marca un valor financiero de 5.599 millones de euros.

Pero El Corte Inglés es mucho más que un gigante de la distribución comercial y un mago del marketing y la comunicación: se trata de una empresa muy ligada a la vida y a cultura de los españoles desde hace más de 70 años, de tal manera que ya forma parte de ellas. Hoy en día no se concibe una ciudad española sin un "Corte Inglés", una tienda de ropa sin una época de "rebajas" (concepto inventado por estos grandes almacenes) o la imposibilidad de devolver una compra en una tienda ("si no queda satisfecho le devolvemos su dinero" es un eslogan inventado y popularizado por El Corte Inglés, que muestra la filosofía de garantía de satisfacción total practicada por la compañía).

Las bolsas con el característico diseño de triángulos verdes y negros son parte del paisaje urbano de España, tan comunes en millones de hogares en este país que se han convertido en un auténtico icono comercial. El Corte Inglés es un ejemplo de imperio comercial levantado en base a competir por ofrecer al cliente un valor añadido (a diferencia de otras cadenas que compiten claramente por precio), y donde por supuesto, el cliente y su satisfacción son la verdadera prioridad y el centro del negocio.

Por otro lado, el grupo ha alcanzado tal envergadura que se ha convertido en uno de los pilares fundamentales de la economía española, no solo porque el sueldo de 100.000 trabajadores dependa directamente de esta compañía (lo que equivale a decir que 1 de cada 10 asalariados en España trabaja para El Corte Inglés), sino porque la empresa del "triángulo verde" aportó en 2011 a la economía española 18.600 millones de euros en forma de sueldos y seguridad seguridad social, impuestos, inversiones y compras a proveedores, lo que equivale al 1,6% del PIB español.

LOS INICIOS: LA HISTORIA DE EL CORTE INGLÉS

D. Ramón Areces, fundador de la mayor cadena de distribución de España, nació en 1904 en un pueblo de Asturias próximo a Siero. Cuando sólo tenía 15 años emigra a La Habana (Cuba), y allí empieza a trabajar en los almacenes El Encanto bajo la supervisión de su tío D. César Rodríguez, quien ocupaba un destacado puesto en esa empresa.

Cuatro años después viaja a Estados Unidos y Canadá, donde trabaja en una empresa de importación. Durante todo este tiempo, Areces aprovecha para aprender sobre la gestión empresarial y trata de formarse en diversas materias como el inglés, el comercio y la economía, conocimientos que le resultarían muy útiles años después. En 1934 decide regresar a España, en donde contrae matrimonio con Dña. Victoria Dolores González, y un año después iniciaría su aventura empresarial en el mundo de la distribución.

La historia de El Corte Inglés está íntimamente ligada a la de quien fue su principal competidor durante muchos años: Galerías Preciados. Pepín Fernández era un empresario de origen asturiano, primo de Ramón Areces, y que también había trabajado en los almacenes El Encanto en La Habana bajo la supervisión de César Rodríguez. Pepín era dueño del establecimiento comercial llamado Sederías Carretas, y tenía un proyecto para adquirir poco a poco todos los inmuebles de una manzana de la calle Preciados de Madrid, y levantar después sobre ella un nuevo edificio que aglutinase a todas las tiendas. En uno de los bajos de dicha manzana (emplazado en la calle Preciados esquina con las calles Carmen y Rompelanzas) se encontraba una pequeña sastrería y tienda de confección para niños llamada El Corte Inglés. El establecimiento llevaba en funcionamiento desde 1890, y su demolición estaba prevista en unos años, siguiendo los planes del empresario asturiano.

En 1935, Ramón Areces llega a un acuerdo con Pepín Fernández para realizar la explotación de la pequeña sastrería mientras éste se iba haciendo con el resto de inmuebles de la manzana. En el acuerdo jugó un importante papel el tío de ambos, César Rodríguez, quien decide avalar a Areces en su proyecto empresarial, y participar en el negocio como socio mayoritario.

La nueva etapa la tienda de confección El Corte Inglés comienza con siete empleados, si bien el negocio prospera y pronto es necesario más personal, así como llevar a cabo una primera ampliación de sus instalaciones. La sastrería crece poco a poco, y pronto comienza a diversificar su oferta, comercializando moda ya no sólo para niños, y ofreciendo otros artículos y complementos, siempre de calidad y con estilo.

Ramón Areces siempre tuvo claro que el centro del negocio era el cliente, y por ello se esmeró en ofrecer ropa de calidad acompañada de una esmerada atención y un impecable servicio, con una garantía de satisfacción total para el cliente. A Areces le tocaría gestionar el negocio durante los años más difíciles, entre 1935 y 1940, sobre todo durante la Gerral Civil española.

Pasados los primeros cinco años de actividad y una vez terminada la Guerra Civil, en 1940 Pepín Fernández necesita derribar el inmueble en el que estaba ubicado la sastrería para levantar el edificio que albergaría el primer gran almacén de Galerías Preciados. En ese momento Areces decide trasladar las instalaciones de El Corte Inglés a una nueva ubicación cercana, en la calle Preciados esquina con la calle Tetuán.

Este nuevo establecimiento, sobre el cual se realizarían varias ampliaciones y reformas debido a la buena marcha del negocio, tenía una mayor superficie dedicada a la venta (planta baja, primer piso y parte del segundo). En este inmueble fue donde Areces inició realmente el concepto de gran almacén de El Corte Inglés, siguiendo el formato de centro comercial dividido por departamentos especializados.

El Corte Inglés ya no sólo comercializaba moda, sino que nuevas secciones se habían incorporado a su oferta, como es el caso de perfumería, menaje, decoración y regalos. Aprovechando el cambio de ubicación, se constituye formalmente como empresa (sociedad de responsabilidad limitada) con un capital de 1 millón de pesetas, cuya propiedad estaba repartida a partes iguales entre Areces y su tío César Rodríguez (realizando este último un préstamo a Areces para poder adquirir su participación en la empresa).

En 1945, y tras sucesivas ampliaciones de capital, la empresa se transforma en sociedad anónima y se continúa incrementando la superficie de venta hasta alcanzar la totalidad del edificio: 2.000 metros cuadrados repartidos en 5 plantas.

La idea de Ramón Areces era la de implantar en España el modelo americano de gran almacén ("department store") que él mismo había podido conocer de primera mano en su estancia en EE.UU., un concepto similar al que estaba poniendo en marcha Pepín Fernández unos pocos metros más allá con su proyecto de Galerías Preciados.

El nuevo formato comercial había sido muy bien acogido por los consumidores del centro de Madrid, quienes poco a poco descubrieron la comodidad de comprar en El Corte Inglés en lugar de tener que visitar diferentes tiendas para encontrar artículos de distinta naturaleza (ropa, hogar, electrodomésticos...), así como la satisfacción de encontrar siempre productos de alta calidad garantizada. Como ya se ha comentado, el formato de gran almacén de Rodríguez y Areces no sólo ofrecía variedad, sino que también ponía un especial énfasis en presentarla con una garantía de calidad, atención personalizada y satifacción total. El planteamiento de este nuevo concepto comercial es un éxito, y son más y más los clientes que cada vez se hacen asiduos a comprar en El Corte Inglés.

Los conceptos de gran almacén de Galerías Preciados y El Corte Inglés echaron a andar casi al mismo tiempo, si bien el establecimiento de Pepín Fernández fue inaugurado en 1943, dos años antes de que Areces pusiera en marcha su centro comercial de 5 plantas.

Las ventas de El Corte Inglés iban cada vez a más, pero la falta de espacio estaba limitando la posible ampliación de la oferta con nuevas secciones y productos, así como la amplitud en cuanto a variedad de nuevas referencias. Los consumidores españoles (especialmente las clases medias) estaban cambiando hacia una mayor sofisticicación, pues además de disponer de un mayor nivel de renta y unas mayores ansias de consumo, cada vez exigían más variedad y calidad. Es por ello que en 1954 se incorpora un nuevo edificio colindante en la misma calle Preciados, ampliando de esta forma las instalaciones del gran almacén. En total se duplicó la superficie total de venta (en torno a 4.000 metros cuadrados) y se incrementó de esta forma la variedad ofertada de productos.

D. Ramón Areces fue en todo momento el responsable de la política comercial del negocio, y muy pronto se empiezan a hacer muy visibles las señas de identidad características de la oferta de El Corte Inglés:

- variedad y amplio surtido (en el mismo establecimiento se comercializan todo tipo de productos de distinta naturaleza, y cada una de esas categorías de productos se ofrece un amplio surtido), - calidad (sólo se ofrecen productos de calidad garantizada), - atención personalizada y servicio (los/as dependientes/as de la tienda se esmeran en ayudar y asesorar al cliente, y hacer que su compra sea lo más agradable posible), - garantía de satisfacción ("si no queda satisfecho le devolvemos su dinero"), - imagen (la marca El Corte Inglés se ha convertido en una de las más prestigiosas del mundo, siendo un auténtico sello de confianza para los consumidores).

En 1962 (doce años después de poner en marcha el primer gran almacén de la cadena) y una vez probado el éxito del formato comercial, El Corte Inglés decide iniciar su expansión por otras zonas del país abriendo su segundo centro comercial en la Plaza de Cataluña de Barcelona. El formato de gran almacén y la oferta presentada recibe también una buena respuesta por parte de los consumidores catalanes, lo que impulsa aun más la expansión de la empresa.

Cuatro años después fallece César González, pasando la presidencia y las acciones de la empresa a Ramón Areces, quien continuaría con el proyecto expansionista de El Corte Inglés, inaugurando en 1966 el tercer centro comercial de la empresa de nuevo en Madrid (esta vez en la calle Goya).

En 1968 se abre el cuarto gran almacén en Sevilla, y un año después se inauguran dos nuevos centros en Bilbao y Madrid.

Por su parte, Galerías Preciados llevaría a cabo también un plan de expansión por nuevas ciudades de España, en compitiendo directamente con El Corte Inglés. La competencia entre ambas cadenas cambiaría por completo el mercado y la estrategia de la distribución comercial en España en la década de los 50 y 60: por primera vez se introduce el concepto de "Rebajas", el uso de la publicidad y campañas de comunicación masivas para atraer a los clientes, el escaparatismo, las tarjetas de compras, la informatización del punto de venta, etc.

Sin embargo, la estrategia de expansión llevada a cabo por una y otra compañía presentaba ciertas diferencias: Galerías Preciados quiso quizás ser más ambiciosa/arriesgada y abrir un mayor número de centros en menos tiempo recurriendo en gran parte a la financiación con deuda bancaria. El Corte Inglés por su parte fue más conservador, manteniendo un ritmo de aperturas menor y menos arriesgado, y financiando sus nuevas aperturas con recursos propios (reinversión de beneficios), evitando tener que endeudarse en exceso. Las diferentes estrategias presentarían años después diferentes resultados para ambos competidores.

Durante la década de los 70 se inaugura el primer centro comercial en Valencia (1971) y Murcia (1973), el segundo establecimiento en la ciudad de Barcelona -en la calle Diagonal- (1974), el cuarto de Madrid -en la calle Princesa- (1974), así como el primero de Galicia en Vigo (1975) y el primero de Canarias en Las Palmas (1977).

De esta forma, a finales de los 70 El Corte Inglés contaba con 12 grandes almacenes repartidos por toda la geografía nacional y ubicados en Madrid (4), Barcelona (2), Sevilla (1), Bilbao (1), Valencia (1), Murcia (1), Vigo (1) y Las Palmas (1).

Como ya se ha adelantado, una de las características de la política expansionista de Ramón Areces fue la ausencia casi total de financiación mediante deuda. Es decir, la apertura de nuevos establecimientos se llevó a cabo casi exclusivamente mediante la autofinanciación y reinversión de beneficios, factor que pudo demorar el ritmo de las aperturas realizadas en la primera etapa expansionista de la compañía, pero que permitió a la empresa contar siempre con una gran autonomía financiera, fortaleza y solvencia.

En 1976 se constituye la Fundación Ramón Areces, clasificada como fundación cultural privada bajo la supervisión del Ministerio de Educación y Ciencia, y que era uno de los proyectos que el propio Areces había soñado e intentado llevar a cabo durante mucho tiempo.

Durante los 70 y principios de los 80 se van dando pasos hacia la expansión y diversificación, dando forma a lo que en unos años se convertiría en un gran grupo empresarial con distintas líneas de negocio. De esta forma, y siguiendo una estrategia de diversificación total en la oferta, durante los 70 se crea la filial de Viajes El Corte Inglés, y en 1980 se pone en marcha la cadena Hipercor mediante la inauguración de su primer hipermercado en Sevilla. Con esta nueva enseña, la compañía experimenta con nuevos formatos comerciales para llegar a nuevos segmentos del mercado.

El plan de expansión de El Corte Inglés dirigido por D. Ramón Areces contemplaba:

(1) por un lado la apertura de nuevos centros en las principales ciudades de España,

(2) y paralelamente la creación de empresas filiales destinadas a gestionar las nuevas líneas de negocio. De esta forma, en 1981 se constituye la empresa Investrónica, S.A. especializada en tecnología (de la marca Inves). En 1982 se adquiere la sociedad Centro de Seguros, S.A., mediante la cual El Corte Inglés se introduce de pleno en el mercado de los seguros. Y posteriormente nuevas filiales se van poniendo en marcha como Informática El Corte Inglés, S.A., Telecor, Construcción, Promociones e Instalaciones, S.A., Financiera El Corte Inglés, S.A., Editorial Centro de Estudios Ramón Areces...

Es decir, se va creando un grupo de empresas en el ámbito del comercio, la distribución minorista y los servicios y que poco a poco empiezan a tener presencia a lo largo de todo el país.

A principios de los 80 se continúa la estrategia de aperturas en nuevas localidades, mediante la inauguración del segundo centro en la ciudad de Valencia: si a finales de los 70 la compañía contaba con 12 grandes almacenes en 8 ciudades, una década después el número de centros superaba la treintena en las mayores 20 ciudades del país.

En 1989 fallece D. Ramón Areces, dejando como heredera y principal accionista del grupo a la Fundación, y accediendo a la presidencia Isidoro Álvarez. La estrategia de la empresa continuaría en base a la expansión mediante autofinanciación (reinversión de beneficios en crecimiento) y la prudencia en las inversiones.

El ritmo de aperturas y crecimiento de la compañía se intensifica a lo largo de los 90. De hecho, el año 1995 supone un antes y un después en la magnitud y cifras totales del grupo: Galerías Preciados, su competidora directa, tras haberse endeudado en exceso para financiar su plan de expansión (a diferencia de El Corte Inglés), se declara en suspensión de pagos y es liquidada.

En ese momento es cuando El Corte Inglés se hace con su eterna competidora. La empresa dirigida por Isidoro Álvarez adquiere los activos de Galerías Preciados: 22 centros repartidos por toda España por un precio de de 31.000 millones de pesetas. Estos establecimientos se remodelaron por completo y se cambió su imagen para adaptarla a la de El Corte Inglés. Con esta absorción, el grupo de distribución del "triángulo verde" pasaría a contar con 63 centros en 31 ciudades de toda España, convirtiéndose en el líder indiscutible del mercado nacional de la distribución comercial.

A finales de los 90 continúa el proceso de diversificación de la empresa hacia nuevos formatos comerciales, en este caso hacia áreas comerciales de pequeña y mediana superficie:

- En 1998 se inaugura la cadena de tiendas de conveniencia en estaciones de servicio Repsol. - En el 2000, se pone en marcha la cadena de tiendas 24 horas Opencor, y la cadena de supermercados de proximidad Supercor.
- En 2001 entra en funcionamiento la cadena de tiendas de moda de la marca Sfera.

La expansión de la compañía se acelera en el 2000, cuando El Corte Inglés adquiere a Carrefour 5 hipermercados a los que el Tribunal de Defensa de la Competencia le obligó a desprenderse cuando se produjo la fusión de Pryca y Continente. Estos centros pasarían a formar parte de Hipercor.

Un año después también se adquieren los 9 centros que Marks & Spencer tenía en España, y ese mismo ejercicio se inaugura el primer gran almacén en el extranjero: El Corte Inglés de Lisboa. En 2006 abrirían las puertas del segundo centro comercial portugués en Oporto.

En 2009 El Corte Inglés contaba en España con 71 grandes almacenes, 36 hipermercados Hipercor, 187 tiendas de conveniencia Opencor, 83 supermercados Supercor, y en Portugal 2 grandes almacenes.

En 2011, el total de grandes almacenes ascendía a 81, y la cifra de negocio consolidada alcanzó los 16.413 millones de euros.

Más de la mitad de la cifra de ingresos totales del grupo (9.212 millones de euros) procede de la división de grandes almacenes. El segundo negocio que más facturación aporta es el de Viajes El Corte Inglés (2.426 millones de euros), seguido por la cadena de hipermecados Hipercor (2.114 millones de euros).

El beneficio neto consolidado en 2011 (en plena crisis económica) ascendió a 210 millones de euros. En este ejercicio, varias líneas de negocio presentaron resultados deficitarios: Supercor, Opencor, Sfera y Bricor ofrecieron pérdidas, frente al resto de negocios que contribuyeron con números verdes al beneficio neto global.

LA MAGIA DEL TRIÁNGULO VERDE

1) Orientación total hacia el cliente: El cliente es el centro y el objetivo es lograr su satisfacción.

2) Conseguir la fidelización de los clientes: por ejemplo, el éxito de la tarjeta de compra de El Corte Inglés.

martes, 3 de abril de 2018

Sederias Carretas



Sederías Carretas, la antecesora de Galerías Preciados Estos días se cumplen 71 años de la inauguración de Galerías Preciados, los primeros grandes almacenes modernos de nuestro país, y no podíamos dejar de dedicarle un artículo a una de las mayores marcas desaparecidas del país, que aun hoy cuenta con un importantísimo grado de reconocimiento y de valores asociados. Pero al ir a escribirlo me he dado cuenta de que es imposible entender Galerías sin su antecesora: Sederías Carretas, así que aquí empieza la primera parte de la historia del branding de este grupo.


Un comercio desconocido en España El fundador de Galerías y de Sederías Carretas se llamaba Pepín Fernández, un emigrante asturiano a Cuba, donde había trabajado en los almacenes El Encanto de La Habana. Allí aprendió las técnicas de comercio moderno que hoy en día nos parecen normales, pero que resultaban revolucionarias.

En El Encanto los productos estaban expuestos para la gente, que podía contemplarlos antes de decidir si quería comprarlos en vez de tener que solicitarlos al dependiente y que los sacase de su caja. Cada uno de ellos tenía un precio fijo y expuesto al público, sin regatear con el tendero para tratar de conseguir uno mejor. Además, tenía ventas especiales al final de las temporadas para deshacerse del género sobrante y poder dar cabida a productos nuevos, lo que luego serían las rebajas; y daba mucha importancia a la comunicación.

Fernández volvió a España con todas estas lecciones aprendidas y viendo que el comercio de Madrid era aún muy tradicional (había que pedir el producto al tendero, regatear el precio…) decidió aplicar su conocimiento y montar su propia tienda. Para ello compró un local en la calle Carretas y abrió Sederías Carretas, que desde el primer día quiso ser algo diferente en el comercio madrileño. Así se presentaba con un anuncio en ABC en octubre de 1934.

Como vemos, Sederías Carretas se presentaba con una propuesta de valor totalmente diferente a la época, centrada en el servicio al cliente. Desde su inicio quiso transmitirlo con un gran dominio de la comunicación, especialmente a través de la publicidad. Por ejemplo, dieron todo un golpe de efecto para demostrar su total devoción al cliente al publicar, pocas semanas después de su apertura, un anuncio en el que rogaban a una clienta que volviese porque había pagado de más.

La gran preocupación de Sederías Carretas (y después, de Galerías Preciados) por la imagen pública de la empresa era algo nuevo en el primitivo marketing español. Sus anuncios con textos breves y directos, donde cada palabra está cuidadosamente elegida, ayudaban a construir la imagen de la empresa.

Esta característica redacción se pone muy de manifiesto cuando Sederías Carretas llevó a cabo las primeras rebajas de la historia en el verano de 1935. Por aquel entonces lo contaban así.

En cuanto al naming, Sederías Carretas opta por algo muy tradicional, como es una combinación de la actividad realizada y el nombre de la calle, algo que después repetirían con Galerías Preciados, situadas en la vecina calle de Preciados (donde hoy se alza el edificio de Fnac de Callao).

Más tarde, cuando Galerías Preciados empezó a expandirse, lo hizo con ese nombre casi sin excepción, pero durante toda la vida de Pepín Fernández la primera tienda del grupo en la calle Carretas continuó llamándose Sederías Carretas como homenaje a sus inicios. No fue hasta que el fundador del grupo murió cuando este establecimiento pasó a ser una tienda más de Galerías.

Como solía suceder con todas las marcas en aquella época, incluso las que tanto se preocupaban por su comunicación, Sederías Carretas no tenía una identidad gráfica especialmente cuidada. Su nombre aparecía en letras destacadas sobre el resto de texto del anuncio, y aunque más o menos mantenía una pauta fija sobre su tipografía no se puede decir que fuese en sí un logo que la empresa tuviese interiorizado como su imagen.

Años después, cuando en la segunda mitad del siglo estas cosas empiezan a tomarse en consideración y antes de desaparecer como marca, Sederías Carretas adoptaría el mismo logo que Galerías Preciados: durante los primeros años, escrito en Helvetica o Futura dentro de un rectángulo negro, y después encerrado en una forma redondeada con tipografía Futura. Cuando Galerías ya contaba con tiendas en toda España, el de Sederías Carretas dejó de utilizarse, como paso previo a acabar también con su propio nombre.

Pero volviendo atras: apenas nueve años después de abrir Sederías Carretas, Pepín Fernández decide que Madrid ya está preparada para un nuevo concepto de comercio, los grandes almacenes, y abre unas galerías en la calle Preciados, que llegarían a ser una de las marcas más representativas del país hasta los años 90.