lunes, 30 de mayo de 2016

La creación del Ayuntamiento de Madrid



Cuando paseamos por Madrid podemos ver, imponente, el blanco y monumental edificio que alberga el Ayuntamiento de Madrid, pero, ¿cuándo nació esta institución? Pues exactamente el 6 de enero de 1346 el rey Alfonso XI dictó un privilegio por el cual creaba el Ayuntamiento madrileño con 12 regidores (actuales concejales). 

Hasta esta fecha, los intereses del conjunto vecinal de la Villa se habían regido por el llamado concejo abierto, formado por la totalidad de los vecinos, que se reunían en la plaza y discutían sobre los asuntos de la ciudad. Estos concejos abiertos, que cumplieron su función durante siglos, habían comenzado a fallar cuando algunas poblaciones, como en el caso de Madrid, se fueron haciendo excesivamente grandes, con lo que los concejos, bien por número o bien por ausencias, mostraron sus defectos y fueron siendo sustituidos por Ayuntamientos formados por una representación de vecinos que actuaba en nombre de todos. 

Recordemos que desde esta época la sede de esta institución se encontraba albergada en la Casa de la Villa, en la plaza del nombre homónimo hasta hace muy poco, cuando en el año 2008 se trasladó al actual edificio de Cibeles.





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miércoles, 11 de mayo de 2016

La Felipa, una librera de antaño



Castellana sin ambiciones materiales, este símbolo de Madrid prestaba volúmenes a estudiantes sin recursos.

Rememorar la figura de Felipa, aquella insigne librera alcarreña, que fue un símbolo para sucesivas generaciones de estudiantes en la segunda mitad del siglo XX, supone un referente fundamental para todos los amantes del mundo de los libros. Felipa nació en Loranca de Tajuña (Guadalajara), el 6 de junio de 1911, aunque su familia era originaria de Yélamos de Arriba (Guadalajara), donde pasó sus primeros años. Sus padres, Juan y Matea, fallecieron muy jóvenes, siendo su hija mayor, Juliana, nacida el 6 de junio de 1899, la que se hizo cargo de sus cuatro hermanos: María Jesús, Escolástica, Felipa y Leandro. El 25 de abril de 2002 falleció Felipa, siendo enterrada en Yélamos de Arriba junto a su hermana mayor, Juliana Polo.


En Madrid desde que Felipa era muy niña tuvo la fortuna de ser acogida por doña Pepita, una persona culta con una preparación no habitual para las mujeres de su época. Doña Pepita, además de comenzar la carrera de Derecho, fue maestra, radiotelegrafista y profesora de sordomudos. Acogió a varias dependientas, a las que enseñó cómo gestionar las librerías de las que posteriormente serían propietarias, como acaeció con Felipa.

Felipa, como buena castellana, era de una gran austeridad, carente de ambiciones materiales, altruista, especialmente con aquellos clientes o estudiantes que conocía que se hallaban en dificultades económicas, prestándoles los libros que precisaban para que pudieran examinarse o en regalar bocadillos a aquellos que se encontraban en apuros. Por ello, su tienda era cita obligada para determinados colectivos, como estudiantes, proveedores y editoriales, con los que siempre mantuvo una excelente relación.


Obras de caridad

Felipa inició su trabajo con la compra-venta de libros. Adquiría libros usados y tenía unas dotes especiales para saber arreglarlos, como si fuera un encuadernador. Posteriormente, empezó a comprar libros nuevos. Su fama fue de tal magnitud que recibió correspondencia de todo el país. Al comienzo de curso se formaban ya largas filas de estudiantes ante su tienda.

Otra de las cualidades que la caracterizaban era su tendencia a realizar obras de caridad. Su buena disposición e inteligencia fueron factores que enseguida favorecieron su proyección y el éxito de su negocio, cuando ya se instaló como propietaria en la calle de Libreros, 16. De talante cordial pero, al mismo tiempo, si la ocasión lo propiciaba, sabía ser cortante muy directa; ya que, sin ambages ni rodeos, no reparaba en decir la verdad o en manifestar lo que pensaba cuando observaba que alguien se hacía el remolón o intentaba hacer alguna trastada, con frases que se leían en los estantes como: «Esas manos que te veo» (para preservar sus libros), o cuando regateabas con ella el precio de un determinado libro te decía: «Si te haces de miel, te comerán las moscas».


Otra de las frases enmarcadas que se observaban en el local era la de «Si no tienes que/hacer nada/no lo vengas a/hacer aquí», con el objetivo de evitar que se acercaran aquellos que no tenían nada que hacer y que entorpecían la marcha del negocio. Otro de los textos que se podían contemplar en Felipa era el regalado a la misma por los componentes de la tuna que dice: «A Felipa/Nuestra encantadora amiga/y colaboradora/como recuerdo/de la noche del/24 de octubre 1959/La Tuna Universitaria/de Madrid/ Escuela Social/Los Chicos de la Tuna».

Gentileza

Felipa mostró una precocidad poco común en esa actividad tan compleja de las librerías. Tenía la gentileza, al realizar los pedidos de libros, de adjuntar una carta redactada de su puño y letra en la que mostraba su agradecimiento a todos los proveedores, y también la cortesía de contestar personalmente a todos los que se dirigían a ella.


La calle de los Libreros de nuestra ciudad fue uno de los principales focos donde se hallaban numerosas librerías, al igual que la de San Bernardo. Tuve la suerte de cursar mis estudios universitarios en el antiguo «Caserón» de San Bernardo, sede de la Universidad Central, lo que me facilitó, dada su proximidad, desplazarme a la calle de los Libreros, donde pude contemplar y formar parte en repetidas ocasiones de las largas colas que se formaban para la adquisición de los libros en el establecimiento de Felipa, situado en el número 16.


Cuando el negocio de Felipa experimentó un notorio auge, sus sobrinos Ángel, José y Juan se incorporaron al negocio como empleados de Felipa, quienes demostraron en todo momento su eficacia y competencia, desempeñando diversas tareas, no solo de despacho al público sino también realizando otras labores complementarias de apoyo. De sus sobrinos el único que actualmente vive es José, quien ha tenido la suerte de que uno de sus hijos (sobrino-nieto de Felipa), Juan-José Asenjo Hita, haya continuado el negocio familiar, aunque su establecimiento esté situado en la calle Pilar de Zaragoza, 37; pero Juanjo prosigue con gran entusiasmo y eficacia esa actividad de librero y distribuidor.


Este resumen se enriquece con los homenajes que en los últimos años se han rendido a la figura de Felipa, que se iniciaron como consecuencia de un encuentro casual entre L. Regino Mateo del Peral y Juan José Asenjo Hita. En ese encuentro L. Regino tuvo la iniciativa como colaborador de la «Revista Madrid Histórico» de publicar un artículo sobre Felipa en noviembre/diciembre de 2013 (nº 48) de gran interés, por abordar el tema de Felipa. Propició que se celebraran tres charlas –coloquios en dos renombradas bibliotecas madrileñas, las de Manuel Alvar y Eugenio Trías y el Centro Cultural Municipal Buenavista–. Sobre el mismo tema se publicaron otros artículos, entre otros, el del «Mundo Cantabria» del 2 de diciembre del 2013.


Finalmente, se optó por la publicación de un libro que Juan José sugirió a L. Regino sobre la «Historia de la Librería Felipa y la calle de los Libreros de Madrid», dirigida y coordinada por L. Regino Mateo del Peral, con la inestimable colaboración de Juan José Asenjo Hita y que ya va por la 6ª edición; en él colaboran diversos autores que enriquecen el contenido del libro. Cabe resaltar el prólogo, redactado por el exalcalde de Madrid Don José María Álvarez del Manzano y López del Hierro.



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