viernes, 26 de octubre de 2018

Real fábrica de porcelana del buen retiro



La Porcelana del Buen Retiro fue una de las manufacturas reales de productos de lujo que impulsó la política mercantilista de la Ilustración española. Su calidad era internacionalmente reconocida, y sus técnicas de fabricación se mantenían como un secreto de estado. Se localizó en los Jardines del Buen Retiro, cerca de la localización actual de la fuente del Ángel Caído, y fue destruida durante la Guerra de Independencia Española.

La Real Fábrica del Buen Retiro (denominada popularmente La China) se fundó en Madrid en 1760 por iniciativa del propio Carlos III, que ya había impulsado la fábrica similar de Capodimonte cuando fue rey de Nápoles. De Nápoles llegaron artesanos especializados, y tres cargamentos con el instrumental necesario y la pasta especial para producir porcelana.

El destino de muchas de las piezas fabricadas fue la decoración de Palacio Real de Madrid y los Reales Sitios, donde siguen conservándose buenas colecciones. La Casita del Príncipe del Monasterio de El Escorial tiene una sala totalmente decorada con porcelana del Buen Retiro, con gusto próximo al estilo Rococó. Asimismo, en el madrileño Palacio Real una sala entera muestra las paredes recubiertas por este material, procedente de la Real Fábrica. Sin embargo, la obra cumbre de esta escuela fue el Gabinete de Porcelana del de Aranjuez, diseñada y realizada por el equipo de Giuseppe Gricci.

Aunque a veces puede leerse que los autores de su destrucción fueron las tropas de Napoleón (motivadas, se supone, por la calidad de sus productos, que estaba empezando a hacer daño a la fábrica francesa de Sèvres), en realidad fueron las tropas británicas, comandadas por Wellington (cuya nación tenía intereses industriales incluso mayores). La labor de Joaquín Murat se había limitado a convertir la fábrica en un objetivo militar, al fortificarla con tres líneas de defensa, incluyendo un sistema de bastiones de traza italiana.

Tras la acometida inglesa en la batalla del Retiro (13 de agosto de 1812), el coronel Lefond capituló rindiendo 2.500 soldados, 189 piezas de artillería, 2.000 fusiles y abundante munición e intendencia. Lo que quedaba en pie fue destruido por órdenes del general Hill como parte de los preparativos de evacuación (31 de octubre), incluyendo la voladura de la fábrica y sus almacenes, sin que las autoridades españolas aliadas se interesaran lo suficiente como para impedirlo.



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