sábado, 13 de octubre de 2018

Arturo Mélida



Arturo Mélida Alinari, nació en Madrid, España, el 24 de julio de 1849. Fue el cuarto hijo de Nicolás Mélida Lizana y Leonor Alinari Adarve, un distinguido matrimonio de la alta sociedad madrileña. Muere en Madrid, el 15 de diciembre de 1902.
Su padre, fue un ilustre jurisconsulto vinculado con la política española, pues durante varios años desempeñó el cargo de Diputado en las Cortes, siendo Secretario de su Majestad con ejercicio de Decretos, Ministro del Tribunal de Cuentas del Reino, Superintendente de Hacienda. Contó con los más distinguidos reconocimientos: fue Caballero de Gran Cruz de la Orden del Mérito de San Luis de Parma, Comendador de la Real Americana de Isabel la Católica y Oficial de la Legión de Honor de Francia.


Su madre, Leonor Alinari, de origen italiano, perteneció a una familia aristocrática de Florencia y su casa solariega en aquella ciudad se consideraba como uno de los palacios más bellos de la época renacentista. Leonor estaba emparentada familiarmente con los hermanos Alinari, famosos fotógrafos de Arte de la época, cuya obra fotográfica se guarda en el Museo Nacional Alinari de la Fotografía en Florencia. Probablemente fue ella la que transmitió a sus hijos el amor por las artes y se encargó de procurarles una sólida educación artística.

Arturo Mélida fue el cuarto de once hermanos, de entre los cuales, mantuvo una estrecha relación familiar con el arqueólogo José Ramón y el pintor Enrique. Los tres hermanos dedicaron su vida al mundo de las artes, hecho que les reportó a cada uno éxito y fama en una modalidad distinta del arte o del saber.

Los hermanos Mélida Alinari: Enrique, Arturo y José Ramón, mantuvieron siempre un estrecho contacto que llevó aparejado un enriquecimiento mutuo del entorno artístico e intelectual que rodeaba a cada uno de ellos, ampliándose éste con nuevos conocimientos técnicos, artísticos e intelectuales, así como nuevas relaciones con personalidades de la élite intelectual y artística de la época.

Los tres estuvieron vinculados con la Institución Libre de Enseñanza, así como con sus miembros más destacados, como Aureliano de Beruete o Manuel Bartolomé Cossío, que fueron los que, entre otros, fomentaron y difundieron el pensamiento positivista francés en España a raíz de su aceptación tras los cambios políticos y sociales suscitados después de la Revolución de 1868.

Arturo Mélida y Alinari obtuvo el título de Arquitecto en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid en 1873. La gran capacidad de trabajo que caracterizó a los hermanos Mélida, hizo que también Arturo fuera autor de una formidable producción artística a pesar de que la muerte le sobreviniera en plena madurez profesional, a los 53 años de edad.

La genialidad de Arturo Mélida reside en ejercer y compaginar, a lo largo de toda su vida, las profesiones de Arquitecto, Escultor, Pintor de bóvedas de iglesias y techos de palacios, Decorador de interiores de palacetes y sedes de organismos públicos, Ilustrador de libros, revistas y carteles, Diseñador de mobiliario, vidrieras, abanicos para la realeza y orfebrería, Diseñador de escenografías y vestuario para el teatro, así como también, ejercer durante más de treinta años la enseñanza en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, primero como profesor y luego como catedrático de Dibujo y Modelado arquitectónico. En todas estas disciplinas artísticas alcanzó el más alto prestigio, tanto en España como en otros países, siendo premiadas muchas de sus obras. Así por ejemplo, en Francia, el Pabellón Español de la Exposición Universal de París de 1889, (la de la Torre Eiffel), le dio fama internacional, ya que el jurado de la Exposición otorgó a Mélida uno de los tres únicos premios que concediera a los países participantes. Además, la Academia Francesa le premió con Medalla de Oro y la Gran Cruz Oficial de la Legión de Honor. Así mismo, ingresó en el Instituto de Francia, siendo el primer arquitecto de la historia de España que conseguía tal mérito. Por el conocidísimo Monumento a Cristobal Colón de Madrid, el Rey de Portugal le otorgó la Cruz de Santiago, creada para galardonar trabajos científicos, artísticos o literarios.

El arquitecto madrileño siempre defendió con vehemencia la Integración de las Artes en torno a la Arquitectura, así como la Recuperación creativa de las artesanías medievales, es decir, las Artes Aplicadas y Decorativas, como la Escultura, Cerámica, Vidriería, Rejería, Carpintería, Mobiliario, etc. Mélida coincidía en este sentido con el pensamiento del arquitecto Eugène Viollet-le-Duc. Arturo Mélida siempre tuvo el convencimiento de que el Arquitecto debía dominar, además de los conocimientos técnicos propios de la Arquitectura, los principios de la Pintura, la Escultura y las Artes Decorativas. El planteaba que el arquitecto fuera también un artista-artesano integrador de las artes, exigencia que él mismo llevó a la práctica. Esta actitud artística de Mélida frente al arte industrializado, que anticipa el Modernismo, coincide con la del Movimiento tardorromántico Arts &Crafts impulsado por su contemporáneo William Morris (1834-1896).

Se puede considerar la figura de Mélida como un Artista Total, completo, una personalidad fuera de época que recuerda a destacados artistas del Renacimiento en lo que se refiere al concepto de artista versátil que domina todas las disciplinas artísticas de las Bellas Artes, y en las que refleja, además, profundos conocimientos tanto técnicos como histórico-artísticos.

Arturo Mélida fue un célebre y original artista cuya personalidad fue admirada por el público y ensalzada por la crítica, destacando con extraordinario relieve en el arte español de la época en la que vivió. Gozó de una reputación de artista elegante y gusto exquisito, dotado de una sólida y vasta cultura, así como de un magnífico talento que fue demandado por una extensa clientela de la alta sociedad madrileña, así como también por la administración pública.

A nivel humano, fue un hombre con una personalidad muy atractiva como confirman numerosas fuentes escritas a cerca de su persona. Fue un hombre con alma de artista, vehemente y apasionado, dotado de una gran sensibilidad, así como también de una destacada inteligencia y habilidad para las cuestiones técnicas de su profesión. Tenía fama de simpático y ocurrente, de persona entrañable y de madrileño castizo con esa gracia e ingenio típicamente madrileños que le hacían ser tan querido.

Era un gran aficionado a los toros. En el Castillo de Higares, la finca que en Toledo tenía el Duque de Veragua, el arquitecto madrileño mató varias reses en presencia de lo mejor de la afición y de la aristocracia. El rey Alfonso XII asistía complacido a muchos de estos festejos, en los que Mélida, en más de una ocasión, le brindó un toro. En cierta ocasión en la que el rey Alfonso XII le otorgaba a Mélida la Gran Cruz de Isabel la Católica por su labor artística, el monarca le dijo: “He aquí el premio a tu labor. Te condecoro como un Miguel Angel que eres de nuestra patria”, a lo que Arturo Mélida contestó con aplomo y donaire burlesco madrileño: “Señor, soy mucho más que Miguel Angel, porque yo, además de Arquitecto, Pintor y Escultor, soy torero, y el glorioso Miguel Angel no supo matar toros”.

La intensa vida de trabajo y múltiples actividades de Arturo Mélida fue paralela a una brillante vida social, estando entre sus amistades las más destacadas personalidades de la época. Fue un gran amigo de Benito Pérez Galdós y de otros muchos literatos, arquitectos, pintores y periodistas. Entre sus amistades estaban los señores Duques de Veragua, Conde de Liniers, Velázquez Bosco, Aureliano de Beruete, Salaverry, Bartolomé Maura, Joaquín Sorolla, Madrazo, Concha, Picón, etc.

Aunque Arturo Mélida fue un artista con múltiples facetas, su verdadera vocación fue la Arquitectura, y, como Arquitecto, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en octubre de 1899. Mélida consideraba su profesión como la más noble de las artes y siempre se interesó por todos los problemas relacionados con la Arquitectura, sobre todo los “del estilo”, y sobre este tema trató su discurso de entrada en la Academia, titulado “Causas de la decadencia de la arquitectura y medios para su regeneración”, Madrid, 1899. En este discurso hace una relación de lo síntomas de la supuesta decadencia – que para Mélida pasaba por la mala interpretación del funcionalismo arquitectónico – y, lo más importante, hace una encendida defensa de la arquitectura barroca, siendo Mélida uno de los primeros hombres que reivindicaron el arte barroco dentro de la Academia. Este interés de Mélida por el barroco como medio para regenerar la arquitectura, de salvarla de la decadencia a la que se veía avocada, venía gestándose desde hacía años, ya que en el Ateneo dio una conferencia en 1886 titulada “Rodriguez y Villanueva. La arquitectura y las artes decorativas al principiar el siglo XIX”, en la que hace una defensa de la arquitectura barroca, por lo que su arte tenía de ornamental y decorativo, en detrimento de la arquitectura neoclásica de Ventura Rodríguez o Juan de Villanueva, aséptica y de líneas puras y frías. Fue la primera vez que un arquitecto español puso en tela de juicio la validez absoluta, hasta entonces mantenida, de los principios clásicos como modelo y canon arquitectónico. Además, estableció una comparación estructural entre la arquitectura clásica y la medieval, prevaleciendo a juicio de Mélida ésta sobre aquella.

Mélida fue coherente con estos principios en la práctica, y por ello eligió el estilo gótico de los Reyes Católicos como el más válido como fuente para regenerar la arquitectura de su tiempo, que además presenta una exuberancia ornamental, carácter que defendía él en el barroco.

La elección de Mélida como Académico supuso también, por parte de la Academia, la aceptación de la validez de estos principios en el seno de una institución marcada por la tradición y el clasicismo, y por tanto, su conformidad con el nuevo rumbo que estaba tomando la arquitectura a finales de siglo, representado por Mélida y otros arquitectos que eran profesores de la Escuela y luego serían académicos. Durante más de treinta años Arturo Mélida se entregó con devoción a la enseñanza de la Arquitectura, una labor digna de alabanza al compartirla con tan múltiples actividades técnicas y artísticas de su profesión, formando a su vez a futuras generaciones de arquitectos, a los que inculcó el valor de la plástica y la ornamentación en la arquitectura, orientando la profesión arquitectónica por otros derroteros de belleza e idealismo con el objetivo de rebasar el mero nivel utilitario de la construcción de la vivienda en un sentido práctico.

Arturo Mélida preparaba, meses antes de fallecer, un manual sobre la historia de la enseñanza de la arquitectura en Europa, relacionado con la memoria “Sobre la organización que debe darse a la Enseñanza del Dibujo Preparatorio en la Escuela Especial de Arquitectura”, el cual no pudo llegar a ver la luz, como otros muchos proyectos de Mélida. El arquitecto madrileño tuvo durante toda su vida una relación constante con el Ateneo de Madrid, verdadero centro de agitación cultural y artística del Madrid del siglo XIX, pronunciando conferencias sobre Arquitectura y Artes Decorativas. Fue socio de la institución con el No. 3928 y estuvo en contacto permanente con la entonces denominada Sección de Bellas Artes.

Catálogo de obras

Obras de arquitectura y construcción

Vivienda urbana de Santiago Liniers (Burgos, 1877) y Hotel de la Quinta Tomé de Santiago Liniers (Burgos 1879).
Obras del Congreso de los Diputados: Gabinete doble de lectura y el depósito de libros, y la decoración de la nueva sala de ministros, los dos de estilos completamente opuestos. (1883).
Restauración del Convento de San Juan de los Reyes de Toledo (1881).
Escuela de Industrias Artísticas de Toledo (1882).
Restauración de la Sinagoga del Tránsito de Toledo.
Proyectos fallidos: Restauración del Alcázar y del Hospital de Santa Cruz.
Monumento a Cristóbal Colón en Madrid.
La Exposición de Ganados de Madrid.
La Capilla Panteón de los Marqueses de Amboage en la Sacramental de San Isidro de Madrid.
El Pabellón Español de la Exposición Universal de París de 1889.
El umbráculo del Jardín Botánico de Valencia.

Obras de decoración de interiores, pintura y escultura

Hotel de José Finat (Madrid).
Palacete del Conde de Velle (Madrid).
Palacete del Marqués de Molins (Madrid).
Vivienda del Marqués de Amboage (Madrid).
Hotel del Conde de Muguiru (Madrid).
Casa de Simeón Avalos (Madrid).
Hotel del Conde de Benahavis (Madrid).
Palacio de los Bauer (La Granja, Segovia).
Palacete de Alfred Weil (Madrid).
Decoración del Salón de Actos del Ateneo de Madrid.
Reforma y decoración del gabinete de lectura y del salón nuevo de Ministros del Palacio del Congreso de los Diputados.
Encargos decorativos para casas y palacios entre 1884 y 1902.
Restauración del Castillo de Peña Ramiro (Villafranca del Bierzo).
Palacio de la Duquesa de Denia (Madrid).
Palacio del Duque de Veragua (Madrid).
Decoración de las salas de la Exposición Histórico Natural y Etnográfica (Madrid).
Sala Isabel II del Museo del Prado (Madrid).
Edificio de El Liberal (Madrid).
Palacio Bauer (Madrid).
Ministerio de Hacienda (Madrid).
Iglesia de San Ignacio (Madrid).
Casa de la Panadería (Madrid).
Hotel de Luis de Ocharán (Castro Urdiales, Cantabria).
Iglesia de Santa María de Alcoy (Alcoy, Valencia).

Obra escultórica

Sepulcro del Marqués del Duero (Madrid).
Sepulcro de Cristóbal Colón para la Catedral de La Habana.
Monumento conmemorativo a Cristóbal Colón.
Monumento a Isabel la Católica en Granada.
Proyectos para el Monumento a los Héroes del Dos de Mayo y el Monumento ecuestre a Carlos III.
Ilustración de obras literarias, revistas y carteles

Revista de la Arquitectura Nacional y Extranjera.
Revista de la Sociedad Central de Arquitectos.
El Sortilegio de Karnak (José Ramón Mélida).
La Hija del Rey de Egipto (Georg Ebers).
Diamantes americanos (José Ramón Mélida).
Obras escogidas (Nuñez de Arce).
Los Episodios Nacionales (Pérez Galdós).
Obras dramáticas escogidas (José de Echegaray).
A orillas del Guadarza (José Ramón Mélida).
Las leyendas (José Zorrilla).
La Ilustración Española y Americana.
La Ilustración Artística.
Revista Moderna.
Blanco y Negro.
Madrid cómico.
La Diana.
Andalucía.
Carteles de toros.
Dibujos para la Unión Española de Explosivos.
Dibujos publicitarios para el Teatro de las Maravillas.

Artes decorativas

Cartones para las vidrieras de la Capilla del Obispo (Madrid).
Cartones para las vidrieras de la Capilla de casamiento de la Iglesia de Santa Cruz (Madrid).
Manifestadores de estilo medieval.
Custodia para la iglesia de San Francisco el Grande de Madrid.
Decoración de abanicos para la realeza.
Diseño del Mobiliario para el despacho de Benito Pérez Galdós en la finca de San Quintín, diseño del mobiliario para los gabinetes de lectura del Palacio del Congreso de los Diputados, etc.
Diseños de vestuario y escenografías teatrales.

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