domingo, 27 de agosto de 2017

Plazuela de San Javier



En el Barrio de los Austrias de Madrid, entre la plaza del Cordón y la calle de Segovia, hay una pequeña calle llamada del Conde (antes calle de los Azotados) en honor al conde de Revillagigedo poseedor que fue de las casas allí construidas. 

En mitad de los cuarenta y cinco metros de longitud de esta vía se encuentra la plaza o plazuela de San Javier, la más pequeña de Madrid, que estuvo formada por los muros del palacio de Revillagigedo y por la casa que le dio nombre, propiedad de la Compañía de Jesús y que tenía en su fachada la imagen pintada al fresco de San Francisco Javier bautizando a los indios. (En la actualidad el palacio de Revillagigedo ha sido reemplazado por un edificio de oficinas municipales y la casa de los jesuitas (s.XVII) se ha convertido en un inmueble para viviendas).

La plazuela de San Javier fue el escenario que inspiró el primer acto de la zarzuela “Luisa Fernanda” de Federico Moreno Torroba, Federico Romero Sarachaga y Guillermo Fernández-Shaw, estrenada en el año 1868.

La prensa consultada pone por primera vez nombre oficial a esta plazuela de San Javier en el año 1781, anónima hasta entonces por tratarse de un lugar recóndito y con reducidas dimensiones que no tenía salida fácil hacia la calle de Segovia.

La cuarta pared de la plazuela de San Javier está ocupada por el número 3 de la calle del Conde, una casona del siglo XVI con modificaciones posteriores, restaurada hoy y también convertida en un edificio de viviendas. En ella estuvo el famoso Mesón de San Javier.

Parece que el primer propietario del edificio fue un aposentador de Felipe II, pero las primeras noticias que aparecen en la prensa con respecto a la instalación de un negocio relacionado con la gastronomía en esta casa corresponden al año 1832 y hacen referencia a un almacén de vinos que allí estuvo situado, con venta al público al precio de 10 a 12 cuartos cuartillo y, por mayor, a 34 y 36 reales arroba de vino.

Las crónicas apuntan a que el bandolero madrileño Luis Candelas Cajigal (1804-1837) frecuentaba este local, al igual que otras muchas tabernas de la época, por su situación apartada y recoleta.

Esta antigua casona, que pertenecía en el año 1838 a la manzana número 179 y tenía una superficie de 2440 pies, salió a la venta a voluntad de su dueño por un importe de 109.858 reales ese mismo año. 

En el edificio, y compartiendo espacio con el almacén de vinos, hubo desde el último cuarto del siglo XVIII un maestro cochero. Parece que dicho local fue anexionado a su vecino negocio cuando éste prosperó convirtiéndose en una botillería y poco después, alrededor del año 1857, en la Posada de San Javier, con habitaciones para huéspedes estables y cuadra para guardar potros y jacas. Era el lugar elegido por los fresqueros (personas que transportaban o vendían pescado fresco en Madrid) para instalarse durante sus viajes a la capital.

Los vecinos de la plazuela de San Javier se quejaban, en el año 1882, por el abuso que se comete por los carreteros que paran en la posada de la plazuela de San Javier, dejando los carros en la calle, arrimados a las casas, quitando la luz a los pisos bajos.

La vieja posada se mantuvo en funcionamiento hasta los años treinta del siglo pasado, muy probablemente. Tras la Guerra Civil Española, como todo el centro de Madrid, la zona estaba muy deteriorada y los edificios de plaza de San Javier se encontraban casi en ruinas. 

Pero en el año 1949 el viejo edificio fue rehabilitado, convirtiendo su piso bajo y el sótano en el Mesón de San Javier.

Bajo la dirección del arquitecto restaurador Enrique Lucchetti el nuevo Mesón de San Javier abriría al público en el año 1946.

El lugar pasó a convertirse en un selecto y moderno restaurante que evocaba cada uno de los tópicos del Madrid antiguo. Los pisos superiores del inmueble continuaron siendo ocupados por vecinos.

Durante el mes de agosto de 1988 el local anunció su cierre y la venta de sus cuatrocientos metros. Tras una nueva rehabilitación el inmueble actualmente se ha destinado a viviendas.



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