domingo, 1 de julio de 2018

Calle del Conde de Romanones



Entre la calle de la Concepción Jerónima y la plaza de Tirso de Molina. Distrito 1 (Centro). Barrio de los Embajadores.

El primitivo nombre de esta calle fue el de Barrionuevo, como se ve en los planos antiguos, pero en el de Texeira aparece designando así el último tramo de la calle de la Concepción Jerónima. Le vino porque en época del Conde-Duque de Olivares, es decir, en el primer tercio del siglo XVII, se estaba construyendo aquí, a iniciativa suya, el colegio de Santo Tomás. Acto seguido, promovió que se crease aquí un barrio nuevo y de ahí adoptó la vía su denominación.

En tiempos fue famosa una bodega que en ella había, a la espalda del desaparecido convento de dominicos de Santo Tomás y dependiente de él, en la que el vino se servía con unos artilugios conocidos como “órganos”, hechos de estaño y con un mecanismo tanto para refrigerar el caldo como para servirlos en una dosis determinada. Parece ser que en la localidad de Móstoles era también habitual ver estos aparatos en más de una bodega, y en tiempos tuvieron fama tanto los “órganos de Móstoles” como los de Barrionuevo. En cualquier caso, desaparecieron por orden del superior general de los dominicos en una visita que realizó a Castilla, pero su fama perduró.

El 1 de agosto de 1899 decidió el Ayuntamiento dedicar esta calle a Álvaro de Figueroa Torres, primer conde de Romanones. Nacido en Madrid el 9 de agosto de 1863 en el seno de una muy acaudalada familia, entró en política desde muy joven en el Partido Liberal (fue diputado por Guadalajara ininterrumpidamente desde 1888 hasta 1936). Fue presidente del Congreso (1910-12) y del Senado (1923), varias veces ministro y presidente del Gobierno en tres ocasiones (1912-13, 1915-17 y 1918-19). 

Asimismo fue concejal y dos veces alcalde de Madrid (en 1894-95 y 1897-99). Fue el único diputado monárquico en las primeras Cortes de la II República, en las que defendió al rey Alfonso XIII. Al comienzo de la guerra civil marchó a Francia, pero regresó a la zona sublevada en 1937; no volvió a participar en política aunque presidió hasta su muerte la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Escribió numerosas obras sobre política e historia, además de sus memorias. Murió en Madrid el 11 de septiembre de 1950.



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